ANGELINA O EL HONOR DE UN BRIGADIER



TEXTO: ENRIQUE JARDIEL PONCELA
DIRECCIÓN y ESCENOGRAFÍA: JUAN CARLOS PÉREZ DE LA FUENTE
INTÉRPRETES: CHETE LERE, SOLEDAD MALLOL, JACOBO DICENTA, CAROLINA LAPAUSA, LUIS PEREZAGUA, ZORIÓN EGUILEOR, CARMEN ARÉVALO, DANIEL HUARTE, PACO BLÁZQUEZ, SAMUEL SEÑAS, ANA DEL ARCO i SARA RIVERO
PRODUCCIÓN: PÉREZ DE LA FUENTE PRODUCCIONES
TEATRE ROMEA


Hasta ahora parecía que desde Madrid nos llegaban síntomas de que la situación teatral o parte de ella estaba cambiando y se volvía más cosmopolita en lo que respecta a autores y gustos escenográficos. No será éste el caso. Enrique Jardiel Poncela triunfó con esta obra, según parece, en Hollywood en el año 1934 y hubiera sido mejor recordar la fecha de alguna otra manera.

Según Juan Carlos Pérez de la Fuente no han cambiado tanto las cosas desde aquel 1934, tanto en temática como en usos teatrales. Pero si bien es cierto que aún conservamos algunas tradiciones de aquel entonces, hoy resulta inconcebible que se haya de alabar la vieja historia de un Don Juan o volver a ver telón sobre telón como escenografía principal. Acostumbrados como están los espectadores a las grandes creaciones de los maravillosos escenógrafos que pueblan las tablas, tantas telas recuerdan otras épocas o montajes con presupuestos demasiado ajustados, que no sería el caso.

La interpretación de los actores demasiado sobreactuados en la mayoría de los casos también nos recuerdan esas épocas en que en lugar de hacer uso de la naturalidad, por mucho que se escuden en que la obra esté en verso, no justifica unas voces y poses tan impostadas y encorsetadas. Algunos entre las vestimentas, que ya de por sí no dejan espacio para demasiados movimientos, parecen cual figuras de cera parlantes.

Angelina o el honor del Brigadier nos vuelve a recordar que la existencia de la España rancia no murió 1934 y algunos todavía se empeñan en rescatarla. Afortunadamente, éste es uno de esos escasos espectáculos de un teatro que se niega a dejar paso a las nuevas generaciones de dramaturgos y escenógrafos y vuelve a los orígenes negando la evidencia de que afortunadamente para muchos los tiempos han cambiado. Descanse en paz.

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