Poesía del desarraigo


'Un poeta del escenario' o 'Un Aristófanes del siglo XXI' fueron algunos de los adjetivos con los que la crítica internacional bendijo a Wajdi Mouawad el pasado año con ocasión del maratón teatral al que sometió a los espectadores del Festival de Avignon. Allí representó de forma consecutiva Littoral, Incendies y Fôrets, obras que conforman una trilogía en la que su autor, en clave trágica, evoca imágenes relacionadas con su propia peripecia vital.

Nacido en el Líbano en 1968, con apenas nueve años comenzó su exilio con su familia, que huía de los conflictos que asolaron el país desde finales de los 70 hasta bien entrada la década de los 90.Primero recaló en Francia y años más tarde se instaló en Canadá, donde hoy dirige el National Arts Centre's French Theatre de Ottawa.

Littoral, que se interpreta en francés con sobretítulos en español, surge de un proceso de reflexión profundo por parte de Mouawad: "En el exilio, tuve que buscarme algo con lo que recrear el espacio de felicidad de mi infancia", reconoce el autor, para quien estudiar artes escénicas fue definitivo a la hora de encontrar un mecanismo desde el que confrontarse consigo mismo, algo para lo que contó con el apoyo de sus compañeros de promoción en la Escuela Nacional de Teatro de Canadá.

El propio autor reconoce que el germen de esta obra, y también de los otros dos montajes de su trilogía, está en las agitadas conversaciones que mantuvo con sus amigos: "Esos intercambios nos permitieron poner al día nuestras inquietudes; y luego, con la ayuda de la ficción, nuestras divagaciones originaron una historia que sería Littoral".Lo que se cuenta aquí, en palabras suyas, es "la historia de un tipo un poco perdido en busca de un lugar donde enterrar a su padre, que encuentra a una chica malhumorada que hace tiempo perdió al suyo. Juntos intentan encontrar un lugar para la sepultura y esta búsqueda les obliga a experimentar la realidad del otro".

Pese a lo que de rocambolesco pudiera tener el argumento de Littoral, lo relevante no es su contenido, sino las formas teatrales que maneja Mouawad en la construcción de la obra; unas formas inspiradas en los grandes trágicos, pero conectadas con ese extendido sentimiento de desarraigo que padecen quienes se hallan desubicados en su esfuerzo por sobrevivir.

"Esta obra me plantea una cuestión terrible: ¿Qué hacer para no traicionar al yo de hace 15 años? ¿Cómo no engañarlo, al igual que quien, pasado elt iempo, retoma su diario de infancia para darle un tinte más profundo de seriedad?", comenta su autor para justificar lo que de exorcismo en primera persona pudiera tener Littoral, un montaje que trasciende esos límites para confrontar al espectador con su propia esencia. Puro humanismo, puro teatro.

Fuente: Jaime Iglesias (www.elmundo.es)

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