J. Galcerán: "La gente se va a echar unas risas"


Jordi Galcerán está nervioso ante su próximo estreno. "No sé si el público arrancará las butacas y las tirará al escenario o se reirá a carcajadas", confiesa con incertidumbre. Una inseguridad intrínseca para cualquier autor pero extraña para el dramaturgo que parió El Método Grönholm, uno de los mayores éxitos del teatro español en décadas. "Creo que es la primera vez que hago una comedia con un asunto tan polémico. Tratamos un tremebundo sobre el que la gente tiene una opinión firme, como pasa con el maltrato infantil o a las mujeres. Son temas muy duros y complicados para escribir pero la gracia de este oficio es meterse en líos".

Ese controvertido tema es ETA. Y, ahora, agarrense que vienen curvas, viene la osadía del catalán: haber escrito una comedia romántica con el tema del terrorismo como telón de fondo. El título de este cóctel difícil de tragar es también epatante: Burundanga. "Es el nombre de una droga real sobre la que hay un montón de leyendas urbanas. Se supone que se la das a alguien, hace lo que quieras y luego cuando se le pasan los efectos de la droga no recuerda nada. Creí que sería interesante utilizarlo para una comedia romántica. Imaginé que una chica la utilizaba para descubrir un secreto de su novio... Entonces, me planteé qué podía ser lo más fuerte que descubriera y creí que eso era ser colaborador de ETA. A partir de ahí arranca una comedia de boulevard con ese elemento con el que nunca se había jugado".

¿Está preparado para la polémica?

Estas cosas dan mucho miedo pero creo que en el fondo no pasa nada. Se hace la comedia, la gente se ríe y ya está. No es una propuesta terrorista ni nada parecido, es una obra para echarse unas risas y el espectador inteligente, que es el 99%, se va a divertir más o menos pero sin darle mayor trascendencia.

Aún así, es un tema controvertido. ¿Se considera un valiente?

No sé si valiente es la palabra... Yo pensaba que si nadie hacía comedias sobre ETA, sería porque no se puede. Pero, a veces, hay que encontrar el tono adecuado para encarar los temas. He intentado jugar con los elementos y que la comedia resulte soportable, aceptable y no sea ofensiva para nadie en ningún momento. Cuando empecé a escribirla no tenía ni idea de que iba a hacer una sobre ETA. El punto de partida de la obra era la Burundanga, luego todo fue derivando hacia esa idea.

El miércoles 29 es el estreno absoluto en el Teatro Maravillas. ¿Qué reacción espera cuando se baje el telón?

Como ya te he dicho, espero que no pase nada. Puedo entender que alguien vea la obra poco respetuosa porque ETA es una tragedia en la que ha muerto mucha gente, padres e hijos... Y sé que muchos dirán que con eso no se hace comedia. Pero espero que quien vaya a ver la obra y vea cómo está tratada la historia no se sienta ofendido por ella.

Con un argumento tan arriesgado, ¿le molesta el sambenito de autor comercial que le solemos colgar?

No, soy un dramaturgo que busca gustar al mayor tipo de público posible. Si a eso le quieres llamar comercial, me parece estupendo. Intento hacer el teatro que me gusta y de la manera que me gusta. Mi único objetivo es hacer una buena obra de teatro, tan sólo eso. No lo utilizo ni como camino ideológico ni para expresar nada que llevo dentro, ni nada parecido. Cuando haces una comedia y te sale bien, lo normal es que guste a un público mayoritario. Te aseguro que no me molesta gustar a mucha gente.

Pero no renuncia a tocar temas espinosos: corrupción política en Fuga, violencia de pareja en Palabras encadenadas, ahora ETA...

Es que para gustar a mucha gente tienes que trabajar con algo que toque la emoción del espectador. Si no eliges un tema que vaya directo a la sensibilidad del patio de butacas no harás una gran comedia, harás una payasada o una tontería. Intento jugar con temas que a la gente le interese y conmueva. En Burundanga he cogido un tema sobre el que todo el mundo tiene una opinión formada, una opinión a veces muy visceral e íntima, y esos son los mimbres con los que vale la pena jugar. Pero yo no quiero dar mi opinión sobre ETA, hago una historia sobre una chica que descubre que su novio es de la ETA y, a partir de ahí, veo cómo se puede resolver. En el fondo, esta comedia habla sobre qué estás dispuesto a perdonar por amor. Lo de ETA se va llevar a todos lo comentarios pero ese es el fondo.

¿Cómo elige los temas? ¿Espera que las musas se le aparezcan o las fuerza a venir a su búsqueda?

Mi trabajo consiste en buscar cada día una idea para una historia y por eso leo periódicos, veo las noticias, películas... Vas juntando ideas y te sale algo. Aquí casé la Burundanga y ETA y lo fui desarrollando. La creatividad consiste en eso, en encontrar los puntos de unión entre ideas que parecen muy alejadas. Eso significa trabajar, trabajar y trabajar hasta que surge ese momento eureka, tal y como lo llamamos los dramaturgos. Lograr el concepto es lo difícil, luego escribir me resulta bastante sencillo.

Más de dos millones de espectadores vieron El método Gronhölm y se estrenó en 35 países. ¿Un éxito así pesa como una losa?

No, aquello fue un fenómeno que me dejó muy tranquilo. A partir de ahí, he podido escribir comedias y unas han ido mejor y otras peor pero es como quien gana el gordo en la lotería y sigue jugando. No hay ninguna razón por la que no te vuelva a poder ocurrir.

Precisamente, esta temporada han reestrenado con buenos resultados Fuga en Madrid, tras un paso muy discreto por Barcelona. ¿Le ha sorprendido este renacer comercial?

Mucho, porque yo la hice, creí que tenía la vida comercial finalizada y, de repente, Pedro Larrañaga la resucitó y ha tenido un éxito sorpredente. El teatro es una cosa muy rara y las cosas funcionan por mecanismos muy extraños, que uno no puede controlar. Esta comedia pasó sin pena ni gloria por Barcelona hace unos años y ahora en Madrid ha sido un exitazo. ¿Por qué? Pues no lo sé. Uno lo hace lo mejor que puede y a veces funciona y otras no.

Entonces, ¿ni usted tiene la fórmula infalible para el éxito?

Si la tuviera ya habría escrito tres Métodos Grönholms más. Uno nunca escribe para fracasar, todos los que nos dedicamos a esto queremos gustar. Incluso el más underground y experimental. Los métodos para hacerlo son diferentes y yo tengo la suerte de que los míos han funcionado en un porcentaje muy alto pero también tengo algún fiasco. Lo que ocurre es que la gente es buena y recuerda más los éxitos.


Fuente: José Luis Romo (www.elmundo.es)

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