La vida retratada desde la taquilla de un teatro


El retrato artístico documenta, Registra y reproduce de muy diversas maneras la realidad social. Un año más, el Matadero de Madrid se involucra con el festival de fotografía PHotoEspaña con los proyectos de Carlos Rodríguez Méndez, Susana de Sousa y Ajo, que han practicado distintas formas de documentar su entorno más próximo.

Ajo, micropoetisa y antigua taquillera del teatro madrileño Alfil, publica Bello Público, una recopilación de fotografías tomadas al público que se acercaba a la taquilla a por su entrada, tomadas durante más de cinco años. Con el paso del tiempo, se convirtieron en un archivo de más de 1000 fotografías. "Están concebidas como una narración y divididas en años y estaciones", explica.

Este proyecto que nació sin conocer su repercusión mediática, es una íntima y dinámica forma de aproximación a multitud de rostros, donde se despierta la curiosidad del espectador por "la reiteración del encuadre y los diferentes personajes que en ella aparecen".

Bello Público retrata a algunos de los protagonistas de la cultura española del cambio de siglo: actores, fotógrafos, periodistas, bailarines, músicos, críticos de teatro, personas anónimas del barrio de Malasaña. Algunos de los personajes inmortalizados son Achero Mañas, Diego Manrique, El Brujo, Fele Martínez, Leonor Watling o Nacho Mastretta, entre otros.

Carlos Rodríguez Méndez presenta Hombres sentados, una propuesta audiovisual que recoge una serie de vídeos rodados cenitalmente en la que varios hombres de 70 años emiten un sonido continuado e ininteligible durante un minuto. "Trabaje durante un año con ellos con el fin de asociar la realidad material del ser humano con un objeto poético", explica. El sonido inarticulado fue grabado por los propios ancianos, en apariencia insustancial, "pone en entredicho el sistema patriarcal de reglas y gira en torno a la representación del poder".

Otro proyecto audiovisual es el de la portuguesa Susana De Sousa que reflexiona sobre la dictadura de Salazar en Portugal, la más longeva del siglo XX de Europa, en su película 48, años que duró el régimen salazarista. Durante los 93 minutos de duración se exhiben las fotografías de las víctimas del régimen. Mujeres, hombres, jóvenes, burgueses y campesinos obreros componen un retrato polifónico de la oposición al dictador y sus técnicas represivas. Parte de la certeza de contar los acontecimientos del régimen tan solo mediante imágenes. "Hablé con más de un centenar de presos políticos e inevitablemente me puse a escuchar sus historias, algunas acompañadas de las propias imágenes de archivo que me facilitó el Gobierno, muchos años después de que finalizase la dictadura", afirma.

Fuente: Álvaro Argote (www.elmundo.es)

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