La Zaranda hurga en el mundo de los espectros



A Paco de la Zaranda (prácticamente nadie le conoce como Francisco Sánchez), creador y cabeza visible del grupo de teatro andaluz "La Zaranda" le cuesta explicar sus obras. "Si supiera lo que son dejaría de hacer teatro", dice despacio después de un reflexivo silencio. "No sabemos ni queremos explicar lo que somos", añade, aunque sí dibuja cuatro trazos para contar algo más de una compañía con tres décadas de vida y el último premio Nacional de Teatro en la mochila. "El discurso fundamental de La Zaranda no ha cambiado. Antes queríamos expresar lo que éramos y ahora queremos que el teatro se exprese a través de nosotros. No hacemos teatro de repertorio, y esperamos que cada día el escenario nos siga sorprendiendo. Nuestro teatro es una metáfora, un espacio fuera del tiempo".

Doce trabajos desde su creación, en 1978, son el bagaje de La Zaranda, que se define a sí misma como "Teatro inestable de Andalucía La Baja". A caballo entre Jerez, su origen, y Madrid, fue en Iberoamérica donde la compañía encontró el aliento y el empuje necesarios para que otros escenarios les abrieran las puertas. Uno de ellos es el Español de Mario Gas, donde se acaba de estrenar Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros, función que vio la luz en el pasado festival gerundense Temporada Alta. Una obra con el sello tragicómico de la compañía, cercano, como dice su dramaturgo de cabecera, Eusebio Calonge, al sainete: "un sainete sombrío, fronterizo con el esperpento, mitad chabacano mitad sublime".

Ruinas y espejos

Y explica así Calonge su obra: "Los fantasmas brotan al amparo de las ruinas y los espejos, en la oscuridad de las vidas sin designios, en ese nosotros sin destino. Asoman en el sentimiento de lo perdido, en el anhelo de lo que nunca llegamos a tener y en la resignación de no haberlo alcanzado nunca. Esta que fue casa de blasón, en cuyo jardín nunca se ponía el sol, es el lugar de sus apariciones, el trozo de calendario al que se aferran, donde disecan las pretéritas glorias y cicatrizan las partes amputadas de su historia. Quebrada la fe solo les queda el afán de sobrevivir. Desmembrados y consumidos por enfermizas pasiones, enfrentados siempre por el pasado, apenas unas sombras, figurantes en un sainete espectral de consabido argumento: la impotencia conspirando contra la esperanza siempre".

Humor —"es el puente hacia el público", dice Calonge— y la poética que siempre ha estado presente en sus montajes son los dos principales ingredientes del guiso que La Zaranda presenta. "Cada vez que emprendes un nuevo trabajo —dice el creador de la compañía— es mejor olvidarse de todo lo anterior... salvo de la poesía". "Nos movemos en la patria que es el teatro", apostilla Calonge, que se lamenta: "Andalucía nunca ha sido el territorio de La Zaranda". "De hecho —añade Paco de La Zaranda— es el único lugar donde se nos ha criticado que hablemos con acento andaluz es precisamente en Andalucía. Pero es solo nuestro origen, y en realidad no nos ha preocupado nunca de dónde somos".

Fuente: Julio Bravo (www.abc.es)

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