"En el teatro y en la vida, la atención es la llave"



Nacido en Huelva hace 71 años, José Luis Gómez acabó haciendo realidad en Alemania —adonde fue enviado por su padre a estudiar hostelería— sus sueños teatrales. A diferencia del desaparecido Fernán-Gómez, solo ha «escrito» sus obras con su cuerpo y su voz en los escenarios. Hablamos en el teatro de La Abadía, que dirige desde que lo fundara hace dieciocho años. Admite que ha descubierto tarde «hasta qué punto es urgente la atención, es decir, estar presente», tanto en el teatro como en la vida: «La atención es la llave».
¿Qué significa que entre alguien en la Real Academia con una obra intangible, no escrita, o acaso escrita solo con su cuerpo y su voz?
Me gustaría creer que es un reconocimiento a un trabajo sobre la lengua en el escenario que he llevado de manera bastante solitaria durante muchos años. Significa que se le abre espacio a una dimensión de la palabra que es la palabra emitida, palabra en acción, una palabra que activa, una palabra que busca, concreta y precisamente, en el presente, al otro, y tiene unas características especiales.
¿Nuestro desdén por las cosas del espíritu ha alejado al teatro de su carácter sagrado y lo ha vuelto más banal, menos necesario?
No, no. Lo que pasa es que yo me pregunto, haciendo ahora esta obra , que trata del acoso sexual a menores con un lenguaje creo que cuidado, nada banal, pero aparentemente suelto, con personajes muy de hoy, a mí lo que me interesa son los tremendos movimientos de ascensión y caída que tienen estos personajes, que son grandes movimientos arquetípicos del ser humano. Los movimientos de ascensión y caída que sufren en el ánimo estas criaturas no son tan lejanos de los movimientos de ascensión y caída que pueda sufrir el ser religioso metido en el lado más afinado del sentimiento religioso, el misticismo.
¿Qué presencia tiene la poesía en nuestro teatro y en el que usted ha representado y dirigido? ¿Y qué puede esperar un poeta del teatro?
Yo creo que el teatro está más cerca de la poesía que de la narrativa. El teatro es tanto más potente cuanto más se acerca a la poesía, a lo aludido, a apretar en el corazón del espectador un botón que le hace ponerse en movimiento y no permanecer como un receptor pasivo. Es el milagro de la atención. Un actor existe de manera acrecentada cuando su atención es muy pura, no está contaminada.
Pessoa decía que el poeta es un fingidor. ¿Y el actor? ¿Qué clase de fingidor es el que dedica su vida al arte de encarnar verdades?
Sin duda que es un fingidor, claro que sí. Pero yo diría que el poeta y el escritor, pese a lo que diga Pessoa, no son un fingidor en el sentido ordinario. Desde el momento en que el poeta cree en la convención que está creando tiene una respuesta psicofísica, lo implica no solo mental, sino carnalmente. Implica otras partes de sí, huele, lo que imagina le puede despertar respuestas sensoriales. De igual modo el actor, cuando empieza a imaginar, a entrar en el conflicto imaginario y a tratar de asumirlo, tiene respuestas psicofísicas, reales. Entonces ya no es fingir. Fingir es...
Mentir.
Es mentir, pero el proceso artístico al que estamos aludiendo se da de bruces con la mentira, que es naturalmente una verdad creada, recreada. Reducir el trabajo del ficcionador o del actor al fingimiento es una reducción inoperante. Porque ambos son caminos de conocer de otra manera, sin duda, y creo que lo mejor de ambos oficios se dirime a través de ese trabajo, conocer de otra manera.
¿En qué medida su creación del mono Peter el Rojo a partir del «Informe para una academia», de Franz Kafka, fue una aplicación práctica de la «Paradoja del comediante» que describió Diderot?
La paradoja del comediante ha sido mucho después, cuando en un estado de más madurez, casi recientemente, el ser completamente consciente de lo que estoy haciendo y estar viendo lo que estoy haciendo. Eso es genial por parte de Diderot, haberlo visto. Seguramente tenía muy buenos amigos actores, que le explicaron muy bien cómo es el proceso.
Y Kafka también.
Kafka también tenía buenos amigos actores. De joven leí «La paradoja», pero sentirla llega más tarde, y es algo muy productivo, porque desidealiza el hecho actoral y lo remite a una realidad. Yo creo que un hecho actoral completo es imposible con pérdida de sí, con inconsciencia. Para poder ser testigo de lo que haces tienes que estar muy dentro de ti, muy consciente de cada cosa que haces. Son dos. ¿Soy yo? No me puedo estar viendo si no me estoy sintiendo totalmente, y en ese desdoblamiento de la atención estás en el hacer y sintiendo cada acción, y al mismo tiempo una instancia de ti está observando. Esa es la paradoja del comediante y es una etapa muy alta del desarrollo, porque presupone la posibilidad de estar dentro y fuera, y una capacidad muy avanzada del actor.
Kantor parecía crear sus espectáculos para que se instalaran en el lugar de la experiencia. ¿Por dónde ha ido su ambición teatral?
No me he hecho muchas preguntas, porque nunca me hice un programa de las obras maestras que tengo que poner en escena o los papeles cumbre que tengo que interpretar. Cuando empezaba quería hacerlo todo, pero eso dejó paso a un estar y vivir el teatro en cada una de sus facetas, de modo que tan total puedo sentir ahora la implicación con «Grooming» que con otra cosa.
¿Pero hay un dibujo ya?
Sí, hay un cierto trazo. Bailo siempre con las que no son las más bonitas. Nunca elijo la pareja de baile más espectacular. No sé por qué. A lo mejor porque soy tímido y me da miedo que me digan que no.
¿Y no será por vanidad, para destacar usted más?
No, creo que no. No, porque si no hubiera buscado de manera más empeñada los papeles que me estaban al alcance del talento, más a mano. Los papeles que he buscado han significado un viaje personal para mí.
¿Cuántos de nuestros problemas vienen de la falta de atención y en qué medida el teatro puede corregir esa dispersión y esa pereza?
Yo he descubierto tarde hasta qué punto es urgente la atención, estar presente a la vida, presente al otro, presente a lo que sucede. En la acción cotidiana, en la relación, en el trabajo, la atención es la llave.
¿Quién es José Luis Gómez?
Alguien que está buscando bien saber quién es.
Fuente: Alfonso Armada (www.abc.es)

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