Provocadores de gomaespuma



De las manos y la imaginación del malagueño Ángel Calvente (Tetuán, 1961) han nacido personajes de gomaespuma que han marcado el teatro de títeres español de los últimos 20 años. Actores, como él los llama, entre los que destacan Justa Desgracia, una anciana recluida en un psiquiátrico por su afición al porno con perros, o la excantante de tugurios de dudosa reputación Mariana Travelo, explosión de carne, atroz y voluptuosa, que han revolucionado la concepción que se tenía de este género como algo inequívocamente infantil.
En 1989, El Espejo Negro, la compañía creada por Calvente y su compañera Carmen Ledesma, irrumpió en el panorama teatral nacional imponiendo su sello propio: hacer teatro de títeres para adultos, algo que por aquel entonces resultaba cuando menos contradictorio.
El lenguaje provocador, corrosivo y burlón de sus protagonistas, especialistas en el humor negro, y la temática de sus espectáculos, innovadores y técnicamente impecables, lograron derribar pronto estas barreras mentales, convirtiendo a la compañía en un referente nacional y europeo del teatro de títeres para adultos. Obras como Todas ellas tan suyas (1990), en la que Eva Lorena, una niña precocísima, enferma terminal e hija de una madre alcohólica que la parió en la puerta de una iglesia, imagina cómo será su vida en el patio de un orfanato; o Tos de pecho (1993), en la que una troupe de monstruos regentan un cabaret imposible, hicieron que "el público y los gestores culturales se asombrasen ante unos espectáculos de títeres que asociaban como algo propio de niños", asegura Calvente, quien recuerda entre risas cómo este indisoluble binomio títeres-niños llevó a su espectáculo De locura (1998) -"el de la vieja que se lo monta con perros", apunta- a optar al premio Max al mejor espectáculo infantil, "cosa que, como es obvio, no consiguió".
En estos años, los 11 montajes ideados por Calvente, algunos originales y otros adaptados, han cosechado infinidad de premios, algunos en prestigiosos festivales teatrales como el cordobés de Palma del Río o el de teatro de calle de Valladolid, además de numerosas nominaciones a los Premios Max, galardón que recibió en 2009 por La vida de un piojo llamado Matías, su primer espectáculo para niños resultante de la adaptación de una obra de Fernando Aramburu.
Tres años después, Calvente aspira a obtener a finales de abril su segundo premio Max al mejor espectáculo infantil con El increíble viaje de Jonás el espermatozoide, otra historia salida de su explosiva imaginación que narra cómo el vago Jonás prefiere disfrutar de su tranquila vida al calor del testículo donde vive antes que participar en la frenética carrera de la fecundación a la que está llamado.
"Estos premios son un reconocimiento a nuestro trabajo, aunque el mejor premio es el respaldo y el aplauso del público, que hace bueno el esfuerzo que conlleva montar una obra de este tipo", afirma Calvente, quien para su último montaje sobre Jonás el espermatozoide ha invertido 110.000 euros y un año y medio de producción, inversión que confía en recuperar en los "200 ó 300 bolos que hará Jonás en los cinco años que estará de gira", siempre y cuando las instituciones públicas no se demoren en el pago de su caché.
"Hay Ayuntamientos que nos deben dinero desde 2009, pero yo vivo de mi trabajo y pese a la situación hay que seguir…", apunta Calvente, quien anda ya inmerso en su taller en la preparación de su próximo montaje, La venganza de don Mendo, que prevé estrenar a finales de este año.
"A la gente le gusta ir al teatro y ver grandes producciones. Da igual si la obra es para un público infantil o adulto, has de esforzarte al máximo en cada proyecto. Mucha gente desconoce el gran esfuerzo que conlleva montar una obra como Jonás. Solo en ella trabajamos cinco personas, tres actores en escena, un técnico y yo. Antes de su estreno estuvimos tres meses de ensayos y en la producción no escatimamos en material técnico, audiovisual y demás", explica Calvente mientras muestra algunas de sus nuevas creaciones para La venganza de don Mendo, obra que coincidirá en escena con la versión que del mismo título está ultimando la directora Helena Pimenta.
Rodeado de sus creaciones de gomaespuma, Calvente se muestra satisfecho de su contribución a que el género de los títeres alcance protagonismo. "El teatro de títeres avanza y lo hace con el teatro actoral. Es una herramienta que se emplea cada vez más y que los grandes utilizan en sus montajes. La marioneta es el actor total. Se compone y se descompone, puede convertirse en mil cosas… pero sigue siendo un actor", sentencia Calvente contemplando satisfecho a sus criaturas.
Fuente: Sergio Mellado (www.elpais.com)

No hay comentarios:

Publicar un comentario