Teatro por e-mail




A veces un equívoco banal, como cambiar sin querer una letra en la dirección de un correo electrónico, puede poner una vida del revés. Más aún, puede dar sentido a una vida y convertirse en su razón de ser. Puede dar lugar a una historia de amor y demostrar cuánto de ilusión y de imaginación tienen las relaciones de pareja, hasta el punto de que lo ficcionado por el deseo o por la necesidad llega a ser más fuerte que la realidad misma, hasta el punto de que llega a ser preferible evitar un encuentro real para no romper la magia.

De esa idea partía la novela del vienés Daniel Glattauer, Contra el viento del norte, publicada en 2006, una de las más vendidas de los últimos tiempos (2,5 millones de ejemplares), traducida a 30 idiomas y que ahora se encarna en el teatro Marquina con la adaptación de Fernando Bernués (Tanttaka Teatroa) y las interpretaciones del televisivo Joseba Apaolaza (Comisario, Hospital Central, Cuéntame), Itziar Atienza (Vaya semanita) y Pablo Viña (Mi mapa de Madrid, entre sus trabajos teatrales recientes).

Con una larga experiencia en la adaptación teatral de novelas (Novecento, el pianista del océano, La mujer justa, El florido pensil...), Bernués asume un nuevo reto con esta obra, que ya ha pasado con gran éxito por el teatro Arriaga de Bilbao (ha recibido dos premios Ercilla, a la mejor producción vasca y a la mejor escenografía).

La dificultad en esta ocasión reside en poner sobre las tablas una novela epistolar del siglo XXI, escrita en forma de sucesivos correos electrónicos que van construyendo la historia de Emmi Rothner (diseñadora de páginas webs) y Leo Leike (lingüista en la revista Like) y sus planteamientos acerca de los límites entre la amistad y el amor, la represión de los sentimientos, la infidelidad, los celos, la búsqueda de la felicidad. ¿Y cómo escenificar la virtualidad de toda esta historia?

“Primero tuve que inventarles una vida a los personajes para crear sus espacios de intimidad, que es donde dan rienda suelta a sus mundos inconfesables”, cuenta Bernués. “Luego tuvimos que solucionar el tema de las transiciones, los tiempos que hay entre e-mai y e-mail, con un lenguaje visual basado en dibujos, imágenes y música”, agrega.
En lo referente al trabajo actoral, también ocurre algo insólito: los dos actores principales, él (Apaolaza) y ella (Atienza), están permanentemente juntos en escena pero sin verse, no hay interacción física, no pueden ni siquiera mirarse en el escenario en ningún momento. “Utilizamos la aproximación física para mostrar los momentos de mayor cercanía o sensualidad”, cuentan. “De pronto te das cuenta de que tu única referencia es lo que dice tu compañero, no hay más”, comenta Atienza, que reflexiona sobre las dificultades que habitualmente tiene escuchar en teatro: “Normalmente todo el mundo está más pendiente de lo que tiene que decir”, interrumpe Bernués. “Al principio necesitas buscar al compañero pero, una vez que te acostumbras a esperar la voz, es simplemente un trabajo sui géneris”, añade Apaolaza.

La función podrá verse el año que viene en catalán y ya tienen ofertas para llevarla de gira a Buenos Aires. Y, aunque la novela de Glattauer tuvo segunda parte a petición de los lectores (Cada siete olas), no parece que le interese demasiado a Bernués subirla al escenario.

Contra el viento del norte. Teatro Marquina (Prim, 11). De martes a domingo. Desde 15 euros.

Fuente: Patricia Ortega Dolz (www.elpais.com)


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