Fo también asaltó supermercados



Fuente: Rocío Huerta (www.elpais.com)
¿Quién le iba a decir al nobel de literatura Darío Fo, allá por el año 74, que la famosa comedia que escribió, ‘¡Sin paga nadie paga!’ sería una premonición? Casi cuarenta años después, y con recientes asaltos a supermercados como telón de fondo, el director Gabriel Olivares sube a las tablas del madrileño teatro Infanta Isabel la el drama, convertido en sátira, de unas vecinas que no les queda otra que robar en los supermercados por necesidad.
Protagonizada por Pablo CarbonellMaría Isasi y Marina San José ¡Sin paga nadie paga! cuenta la historia de una mujer que se ve en la necesidad de “llevarse” comida del supermercado, porque no tiene dinero ni para comer, ni para pagar las facturas. El resto de la trama se completa con las triquiñuelas que planean ella y su vecina para tratar de ocultar el delito a su marido (Pablo Carbonell), un hombre moralista y de grandes ideales, con fuertes principios, “que la mataría si se enterase”, cuenta el director.
Pero no vayan ustedes a pensar que es una obra que trata de legitimar asaltos a supermercados, no. El mensaje es más cercano a la supervivencia, que conduce a la idea utópica de la empatía, en su grado más puro. “Esta es una historia sobre la solidaridad de las clases más desfavorecidas, sobre la necesidad de que la gente camine junta en una dirección. Es una obra sobre la honradez, los principios, y cómo algunos de ellos pueden ser lesionados por culpa de una clase política corrupta”, apunta Carbonell.
Con una corrala de vecinos como escenario, el drama social que se cuenta como gritado desde una ventana se va poco a poco transformando en delirio. “Es una sátira, una farsa que se convierte en un gran guiñol que busca la complicidad del público”, aclara Olivares, que sostiene que el público “necesita” que le cuenten esta historia con este tono de comedia disparatada de enredo “y vivirlo como niños”.
Detrás de la realidad social que se cuenta en ¡Quien paga nadie paga!, hay unos personajes desesperados y a veces decepcionados. La “ladrona” del supermercado, que encarna Marina San José, no hace otra cosa que intentar escapar del juicio moral y salvarse de la “guillotina injusta” que le persigue bajo la figura de su marido. Él, por su parte, es un personaje quijotesco pero a la vez contradictorio: por una parte defensor de los valores sindicales, y por otro incapaz de decepcionar a su patrón. Los nítidos elementos políticos chocan en esta obra con el característico mundo bufonesco de Fo: “Las mujeres, para esconder su botín, simulan que están embarazadas, algo que en nuestra tradición teatral sonaría completamente circense. Tanto el mensaje político como la farsa se han llevado a su máximo exponente. Aunque viniendo de Darío Fo, la obra es una montaña rusa: no sabes si lo siguiente que te espera será un tartazo o un beso”, espeta Carbonell, que asegura que de todas las obras de teatro que ha hecho a lo largo de su carrera, “esta es sin duda la más teatral”.
La función llega a Madrid tras su paso por Bilbao, donde estuvo en cartel durante dos semanas. Ahora se enfrenta al público madrileño sin miedo, sin miedo a la subida del IVA, y sin miedo a que, como sucedió tras su estreno en Milán, la crítica lo tilde de espectáculo nada realista, casi surrealista, porque aquí la realidad ya ha superado a la ficción.

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