DE ITALIANADAS Y OTRAS HISTORIAS


Por Elisa Díez

Hay miedo, mucho miedo dentro del sector. Miedo a qué pasará en los próximos meses. Miedo a que el grifo se cierre, miedo a lo desconocido, pero sobre todo miedo al CAMBIO. Sí, señores no nos engañamos o el teatro cambia o se queda para unos pocos recalcitrantes que hablan de que siempre ha sido así por los siglos de lo siglos y que no va a cambiar ahora.

Pero semana tras semana las estadísticas de ocupación de los teatros nos avisan que el cambio de modelo es necesario e inminente porque estamos a punto de morir de gloria. Esta mañana me he despertado con la entrevista del Sergi Belbel donde este miedo era palpable, él habla de desprofesionalización del teatro. Yo les respondo que el teatro que él lleva defendiendo más de siete años es un teatro burgués, que se ha acomodado en su poltrona y que ha perdido de vista que fuera de la burguesía de la parte alta de la ciudad hay todo un mundo cultura muy amplio.

El nuevo modelo, que desde diferentes ámbitos se reclama, no pretende acabar con la profesionalidad del teatro, no iremos ahora en pro de lo amateur (aunque la mayoría de profesionales han comenzado así) sino en levantar cuerpo y alma de las butacas y hacer al actor y al espectador partícipes de una experiencia inolvidable que comienza con la compra de una entrada de teatro.

Olvidémonos por un momento de los altos precios de algunas salas, del maldito IVA y de los gobiernos que nos quieren ahogar y volvamos al arte, a la cultura, a lo sensorial. Empiezan a haber propuestas que no tratan al público como un ser estúpido que sólo quieren sentarse en una butaca a ver que le echan (que para eso ya nos sentamos en el sofá y hacemos 'play' en el mando del televisor). Espacios poco convencionales, igual de profesionales que una platea a la italiana, pero que buscan una interacción, que el público salga del teatro de manera totalmente diferente a la que entró.

El viernes a la entrada de Barcelona, actualmente al Teatro Nacional de Catalunya, personal del teatro difundía una encuesta entre los espectadores. Pregunta: ¿Qué cambiarías del TNC? En el espacio para responder apenas cabía una frase completa, ¿en serio? Tengo para escribir tres folios y sólo me dejan escribir una frase: Necesario y urgente cambio de modelo de gestión, administración y artístico. Y se me acabó el espacio.

Pero no nos engañemos, no sólo está el TNC, hay muchas más salas en Barcelona. Algunas de las cuales han abierto esta temporada. Tengo que reconocer que acabo de volver del Teatro Akademia, que me maravilló en su apertura, por ser el primer teatro con paredes blancas, un hecho diferencial que bien le valía un aplauso. El resto de veces que he ido, las telas negras cubren las paredes blancas y su diferencia se ha vuelto mínima con cualquier otra sala de la ciudad. Y otro hecho que llama la atención son sus gradas. El Akademia lo tiene todo para ser un espacio polivalente, de esos que mencionaba antes de juego con espacio y público. Su dirección y gestión han optado por convertirlo en una sala más convencional, aburrida y en un más de lo mismo.

El futuro, que es mañana, no está en lo de siempre, en más de lo mismo. El hecho diferencial de ofrecer un plus en programación artística, gestión y espacio marcará que el público escoja entre la amplia oferta de tradiciones a la italiana o de espacios donde la sorpresa y las experiencias serán las protagonistas. Yo prefiero dejarme sorprender que seguir viviendo experiencias ya conocidas y volver a exclamar: ¡Estoy harta de más de lo mismo!

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