Gran dama del teatro y el cine español

Fuente: Rafael Esteban (elmundo.es)
"Yo me metí a actriz porque simplemente no quería estudiar", decía al final de su carrera Amparo Rivelles y todo el que la escuchaba se quedaba asombrado. Porque nadie podía imaginar que la actriz, una de las grandes estrellas del cine y el teatro español de la segunda mitad del siglo XX que falleció ayer en Madrid, nieta de los actores Jaime Rivelles y Amparo Guillén e hija nada más y nada menos de los también cómicos Rafael Rivelles y María Fernanda Ladrón de Guevara, no hubiera nacido con el teatro en las venas. Pero así lo sostenía esta intérprete que para rematar la saga es hermana de actor (Carlos Larrañaga) y tía de Luis Merlo y Amparo Larrañaga.
La Rivelles nació en Madrid el 11 de febrero de 1925 pero a diferencia de tantos otros compañeros de profesión que debutaron con pocos años, ella tardó en subirse a los escenarios. Concretamente, hasta los 13 años, cuando acompañó a su madre en 'La mujer guapa'. De esa obra de Adolfo Torrado que las dos actrices representaron en el Teatro Poliorama, Rivelles siempre recordó que no consiguió decir la frase inicial con la que debutaba en la escena. Aunque eso no la hizo dejar las tablas, pues siguió en la compañía de su madre, donde tenían 18 obras de repertorio que iban alternando constantemente. Ahí fue donde se formó y donde recibió las primeras broncas de su madre ya que, cuando más la felicitaban por sus interpretaciones, más la señalaba Ladrón de Guevara los fallos para que aprendiera y, sobre todo, no se lo creyera.
Esas enseñanzas maternas que la hicieron tener desde joven una dicción envidiada por sus compañeros más una gran belleza, la sirvieron de mucha ayuda, pues enseguida recibió ofertas del cine. Su estreno tuvo lugar en 1940 con 'Mary Juana'. La película de Armando Vidal fue la antesala para el estrellato cinematográfico, ya que al año siguiente firmó un contrato con Cifesa. Con la principal productora nacional fue protagonista en varias de las más famosas películas de la época. Entre los títulos en los que trabajó figuran 'Malvaloca (Luis Marquina), 'El clavo' (Rafael Gil), 'Eugenia de Montijo' (José López Rubio) o la celebérrima 'Alba de América' (Juan de Orduña). Y algún otro muy distinto, como el papel que hizo en 'Mister Arkadin', nada menos que de Orson Welles (1955).
Mientras tanto continuó trabajando en el teatro, aunque ya había dejado la compañía familiar. Así en ese tiempo estuvo con Luis Escobar, con quien hizo obras como 'A puerta cerrada', de Jean-Paul Sartre, a la vez que representa varios títulos de Enrique Jardiel Poncela, Miguel Mihura y el inevitable 'Don Juan Tenorio' de Zorrilla. Hasta que a mediados de los años 50 todo cambió.
Primero fue un viaje a Cuba y luego el salto a México para representar con Manolo Fábregas 'Un cuento de rosas'. Las funciones fueron bien, tanto que como dijo años después, "[fui] por seis semanas y me quedé casi 24 años".
Durante ese tiempo hizo teatro y cine, pero sobre todo televisión. Rivelles fue una de las reinas de las telenovelas aztecas. O, como decía Adolfo Marsillach en sus memorias, "una especie de Virgen de Guadalupe pasada por el templo de Televisa".
Allí siguió hasta finales de los años 70 en que volvió a España para trabajar en 'Salvar a los delfines'. El éxito que obtuvo con la obra de Santiago Moncada le animó a quedarse en su país ya definitivamente. También los trabajos que hizo en TVE, una época en la que empezaron a adaptarse para la televisión grandes novelas.
Uno de los principales fue en 'Los gozos y las sombras' donde compartió reparto con su hermano Carlos Larrañaga (1982). Además también participó en otros de los grandes éxitos de la televisión española como 'Esquilache' (1989) o 'La Regenta' (1995). Aunque su principal reconocimiento en las pantallas de esa época vino con la adaptación cinematográfica de 'Hay que deshacer la casa', la obra de Sebastián Junyent que José Luis García Sánchez convirtió en película y por la que se llevó el Premio Goya a la Mejor Actriz.
Ese mismo título lo había representado un año antes en los teatros, pues Rivelles no había abandonado las tablas tras su regreso a España. De esa época son sus interpretaciones en obras como 'La voz humana', (Jean Cocteau), 'La Celestina' que hizo con Marsillach o sus participaciones con otro de los grandes directores españoles, José Luis Alonso, con quien trabajó en 'La loca de Chaillot', de Jean Giraudoux, y 'Rosas de Otoño', de Benavente, o Lluís Pasqual ('La brisa de la vida').
La obra de David Hare fue uno de sus últimas intervenciones de una trayectoria que concluyó en 2006 con 'La duda'. Atrás dejó una carrera de gran éxito y varios e importantes premios. Aparte del Goya, consiguió el Nacional de Teatro en 1996, el del Círculo de Escritores Cinematográficos en 1946 y su medalla de honor 59 años después. Y un reconocimiento muy especial un año antes, el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia, primera vez que se otorgaba a un actor.

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