Así son los dos veinteañeros que han revolucionado el musical en España


Fuente: Carlos Marcos (elpais.com)
Javi y Javi están con resaca. Ayer, después de la función, se fueron a celebrarlo con el equipo. Arrastran los pies por el vestíbulo del madrileño teatro Lara. Sus rostros exhiben profundas ojeras. Pero están ahí, entusiastas, como en todas las representaciones desde hace dos años, más de 200. Ellos son los madrileños Javier Ambrossi (30 años) y Javier Calvo (24 años), creadores (escribiendo y dirigiendo) del fenómeno teatral de la temporada, La Llamada.“Nos parece fundamental dar la cara, que haya unos responsables a la salida del teatro a los que la gente alabe o critique”, señala Ambrossi para justificar su presencia en todas-y-cada-una-de-las-representaciones. Despiden al público en un pequeño puesto donde venden camisetas, libros, posters y demás cacharrería de su obra. Llevan polos estrechos, pantalones pitillos y zapatillas de deporte. Su perro, Susi,pequeño, da saltitos entre las piernas de sus amos. Es domingo, 23 h., y la función está en su apogeo. La platea, llena, estalla en carcajadas.
Pocos se han resistido a La Llamada, un musical asquerosamente divertido, que combina canciones de Whitney Houston (¡y Presuntos Implicados!), monjas lesbianas y tralla electrolatina. “Habla de cuando pasas de la juventud a la madurez. Y de hacerlo siendo tu mismo”, afirman sus creadores. Y este mensaje tan simple, que parece sacado de una rutinaria lección de un profesor de un reality, es la que ha calado en las miles de personas que han visto la obra.
Javi y Javi, pareja sentimental, tienen una carrera como actores con algún pico de popularidad. Por ejemplo, el Javier más joven, Calvo, fue uno de los protagonistas de la última serie española sobre adolescentes con éxito, Física o química. Ambrossi también ha despuntado con papeles en series televisivas con tirón, como Sin tetas no hay paraíso, Amar en tiempos revueltos o Cuéntame. Esta vez, dejan su faceta interpretativa para escribir y dirigir La Llamada.
Urdieron la obra juntos, en su pequeño piso alquilado en el barrio madrileño de Malasaña, muy cerca del teatro donde ahora se representa. “Enviamos un mail al director del Lara. Insistimos mucho. Hasta que nos dijo: ‘Os dejo el halldel teatro y haced lo que os dé la gana”, explican. En ese momento estaban sin trabajo en la interpretación: trabajaban de camareros. Se pusieron manos a la obra. Primero con el atrezo. Necesitaban dos camas. Teclearon en Ebay. “Se las compramos a una señora de Vicálvaro (Madrid) por 100 euros. Nos dijo que sus hijos ya se habían hecho mayores y se había independizado”. Estos camastros fueron, en un principio, la mayor inversión. Empezaron a desarrollar la obra aprovechando los elementos del vestíbulo: un espacio pequeño, una escalera… “Y también Macarena, porque siempre pensábamos en ella como protagonista”, señalan.
Ella es la actriz Macarena García, que venía de ganar un Goya a la mejor actriz revelación por Blancanieves. “Les veía tan ilusionados a los dos que no me pude negar. Además, me dijeron que sólo eran dos meses. A lo mejor, si llego a saber que eran dos años les hubiese dicho que no, porque yo quería hacer otras cosas. Pero ninguno sabíamos que aquello que se representó humildemente en el hallfuese a ser tan grande”, comenta la actriz, de 27 años, hermana de uno de los Javieres (Ambrossi). Macarena acaba de dejar, después de casi 200 interpretaciones, La Llamada, para afrontar otros proyectos. “Venían unas 100 personas. Se llenaba el vestíbulo. Armábamos un buen escándalo, con el humo helado, la banda tocando en directo…”, explica. Hasta que la cosa se hizo tan grande que el director del teatro decidió trasladar la obra a la sala principal del local, con 450 localidades. A partir de ahí, tres funciones semanales, lleno diario.
“Cuando empezamos nuestras carreras de actores íbamos a castingse intentábamos hacer de galanes, o imitar perfiles como el de Mario Casas. Hasta que nos dimos cuenta de que eso no servía de nada. Nos dijimos: ‘Es que yo no soy así. Ni lo voy a ser’. Nos dimos cuenta de que teníamos que ser nosotros. De eso trata La Llamada, de no dar 80 vueltas a las cosas, de disfrutar, de conceder valor a las cosas que te gustan, aunque sean ridículas”, explica Javier Calvo. El divertimento comienza en un campamento de verano gestionado por monjas. Dos chicas pizpiretas comparten habitación y grupo, Suma Latina. Una de ellas ve apariciones en forma de un cantante maduro y galán que entona I will always love you, aquel baladón que nos dejó Whitney Houston antes de atiborrarse a drogas. Dos monjas, una devota y otra con dudas; una banda de rock tocando en directo; chistes; improvisación…
“No sólo es un musical que dura dos horas. Es algo más, algo que te llevas a casa, una filosofía, una forma de ver la vida que parece que ha calado hondo”, apunta Javi Calvo mientras engulle una lata de calamares para supurar la resaca. Los seguidores de la obra, que se denominan Llamaders, han conformado una armada con extensas ramificaciones en Internet. Se convocan por Twitter, graban vídeos con su reinterpretación de fases de la obra que luego cuelgan en YouTube, o ponen como estado de ánimo de whatsapp “lo hacemos y ya vemos”, lema de las dos protagonistas.
Los dos creadores exponen sus referentes: Madonna, la película de Disney Mulan o Una rubia muy legal, la serie Glee, Lady Gaga… Y, por supuesto, el héroe del electrolatino, Henry Méndez, cuya música suena en la obra. Méndez, incluso, estuvo en la función especial del segundo aniversario interpretando un papel. También participó Sole Giménez, de Presuntos Implicados, que forma parte de la banda sonora. “Mi madre era muy fan de Presuntos. Siempre ponía su música en casa, en el coche. De hecho, el disco que sale de una maleta durante la obra es de ella”, informa Ambrossi.
El fenómeno La Llamada comenzó primero arropado por el público gay, luego acudieron los culturetas, más tarde las adolescentes… “Ahora incluso vienen curas y monjas, porque se ha corrido la voz de que ofrece una visión distinta de la religiosidad”, dicen los creadores. Hace unos días, una monja se fue de la función antes de que finalizara. A la salida estaban, como siempre, los dos Javieres, que le preguntaron a la religiosa si no le había gustado. Ella les dijo, con educación: “Bueno, me he reído mucho, pero la última media hora me ha parecido una blasfemia”.
Es frecuente ver a personajes populares en las butacas. Ya han pasado Jorge Javier Vázquez, Blanca Portillo, Leticia Dolera, Alaska y Mario Vaquerizo, Juan Antonio Bayona, Leiva, David Sánchez Arévalo, Lucía Etxebarría, Lydia Bosch, Belén Rueda (cuatro veces), Carmen Maura (dos días), María Barranco, Santiago Segura, Andreu Buenafuente, Tamara Falcó…
La Llamada ha sido representada en 30 ciudades, una de ellas Moscú. En unas semanas los dos viajarán a México para supervisar una versión de la obra con actores de allá. Luego llegará Argentina, Perú… Se está negociando en Francia y Portugal. Y siguen en el teatro Lara. Les han propuesto subir de división en cuanto al recinto, representarla en teatros que triplican la actual capacidad, pero quieren mantenerse fieles a quien apostó por ellos desde el principio. “La Llamada ha generado dinero, pero hay que repartir entre mucha gente. Cobramos todos lo mismo, el elenco y nosotros. Luego los técnicos tienen un fijo. Somos 25 personas, de una media de 25 años, que llegamos a fin de mes sin que nos falte lo esencial. Todos dados de alta”, informa Ambrossi. Calvo añade: “Con poco más de 2.000 euros, para qué quieres más”. Y remata su compañero: “Nuestro caso te da qué pensar. Los grandes productores de teatro que se quejan están mintiendo. Se puede vivir de esto, pero a lo mejor ellos tiene el objetivo de hacerse millonarios”.
Estos días confeccionan la versión cinematográfica de su obra, además de escribir otra historia que ya tienen en la cabeza. Y continúan con su filosofía: “Lo hacemos y ya vemos”.

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