El teatro 'novísimo' español agita el Festival de Almada



Fuente: Alberto Ojeda (elcultural.com)

El Festival de Almada levanta este verano su 32ª edición. Su cosmopolita programación, jalonada por producciones rumanas, italianas, mexicanas..., arranca este sábado con un potente reclamo: King Size, montaje orquestado por Cristoph Marthaler. El director suizo, gurú de la escena europea, funde de nuevo la música (una curiosa combinación de piezas de Schumann, Mozart y Wagner escanciadas con canciones de bandas como The Jacksons Five y The Kinks) y el teatro de texto. 

La presencia española es muy numerosa. No en vano, nuestro país tiene el rango de invitado especial este año. Así, de entre los 27 espectáculos que se representarán hasta el próximo 18 de julio, encontramos algunos manufacturados en España, como el ganador del último premio Max a Mejor Espectáculo Revelación: Los nadadores nocturnos, de José Manuel Mora, buen exponente del teatro experimental hecho dentro de nuestras fronteras. 

También recala en esta ciudad confrontada con Lisboa a través del estuario del Tajo Kafka enamorado (texto de Luis Araujo y puesta en escena firmada por José Pascual), que tan fuerte impacto causó en el María Guerrero a lo largo de dos temporadas. Y La tempestad de Marta Pazos y su compañía Voadora, que dota a la última perla de la dramaturgia shakespeariana de un aire performativo. Completan la 'legación' española, apoyada por AC/E, Última transmisión, de Quique y Yeray Bazo; Sé de un lugar, de Iván Morales; y Mi piedra Rosetta, de José Ramón Fernández

"Empezamos el año pasado con la invitación a un país, para que nos presentase su 'novísimo teatro'. Tuvimos seis obras argentinas. Con la invitación a España procuramos combatir un cierto prejuicio", advierte a El Cultural, Rodrigo Francisco. El director del festival refiere el dicho popular portugués: "De Castilla, ni buenos vientos, ni buenos casamientos". Lapidaria sentencia contra el vecino, que también ha descuidado históricamente la labor agrietar esos clichés que nos han mantenido de espaldas. "Creo que nos corresponde a nosotros, hombres de cultura, dinamitar esos falsos mitos nacionalistas tan antiguos". 

Rodrigo Francisco tomó las riendas de la dirección del festival en 2008, tras el fallecimiento de su fundador Joaquim Benite. Recuerda que todo empezó como una muestra de teatro de aficionados en el centro histórico de la ciudad. "Esa muestra era el resultado del trabajo de animación cultural desarrollado por nuestra compañía (que es la que organiza el evento) a lo largo del año. En los 90, con la inclusión de los teatros de Lisboa y una mayor inversión del ministerio de Cultura liderado por Manuel Carrilho, el festival se internacionaliza y se transforma en una cita de referencia en la escena europea", explica Francisco. En 2006, con la inauguración de un nuevo teatro municipal, Almada consigue disponer de espacio a la altura de sus amplias miras. 

En este teatro, que lleva el nombre de Joaquim Benite, se montará la versión de Hamlet de Luis Miguel Cintra, histórico de las tablas lusas, con la escenografía de la artista Cristina Reis y la traducción de la poeta Sophia de Mello Bryner Andresen. Rodrigo Francisco reclama atención específica sobre este trabajo, urdido en colaboración entre las compañías Cornucopia y la del propio festival, que en los últimos ha notado el impío sablazo de la crisis. "La subvención del Estado que recibíamos ha caído a niveles de 1997. Este retroceso tendrá consecuencias indelebles en esta y en las generaciones futuras. Los gobiernos que se han sucedido en el poder, en los últimos años, no han sido capaces de crear una política cultura para el país, dejando a los municipios la responsabilidad de la alimentación cultural de los ciudadanos, prevista en nuestra constitución. En Almada, la cultura sí es una prioridad para sus gobernantes. Pero por desgracia, esto no es una realidad en todo Portugal". 

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