BEWARE OF PITY



AUTORIA: STEFAN ZWEIG
VERSIÓN y ADAPTACIÓN: SIMON MCBURNEY, JAMES YEATMAN, MAJA ZADE y los miembros de la compañía
DIRECCIÓN: SIMON MCBURNEY
INTERPRETACIÓN: ROBERT BEYER, MARIE BURCHARD, JOHANES FLASCHBERGER, CHRISTOPH GAWENDA, MORITZ GOTTWALD, LAURENZ LAUFENBERG y EVA MECKBACH
DURACIÓN: 120min
FOTO: GIANMARCO BRESADOLA
PRODUCCIÓN: COMPLICITÉ y SCHAUBÜHNE
TEATRE LLIURE (GREC 2017)

Complicité y Schaubühne adaptan la novela del escritor austríaco Stefan Zweig, un explorador del alma humana y uno de los escritores imprescindibles del siglo XX. La impaciencia del corazón escrita en 1939 nos presenta una descripción de los primeros años del siglo XX y se cuestiona la naturaleza de la compasión y cómo es de difícil hacerse cargo del dolor de otra persona. El problema recae cuando la adaptación se ajusta tanto al original que no es capaz de pulir la densidad extrema de un texto. Dos horas de poética dialéctica de manera interrumpida, en la que el espectador más ducho en la materia podrá digerir sin problema, pero uno que no esté tan cercano al estilo de Zweig le costará de encajar.

Complicité vuelve a combinar lenguajes en la puesta en escena como ya hizo en The Master and Margarida (Grec 2012). Vídeo, teatro, diálogo y narración se dan la mano esta ocasión. Aunque los que esperábamos la espectacularidad del 2012 nos hemos tenido que conformar con una limitada exposición de efectos lumínicos de segunda y unos más destacables efectos sonoros que ayudan a recalcar algunas escenas, o a dejar de fijar la vista constantemente en los sobretítulos.

Otro de los momentos que más chocan es al inicio, el estatismo de los personajes invade la escena. Lo que se supone que es una fiesta se convierte por arte de magia en una especie de lectura dramatizada, con los actores detrás de unos atriles. La parte narrativa centra en exceso la escena y hasta bien llegado el final no serán los diálogos los que cobren protagonismo, convirtiendo la acción en tedio. 

La compañía berlinesa Schaubühne, colectivo teatral dirigido por Thomas Ostermeier es la encargada de interpretar la pieza. No es la primera vez que que el teatro alemán nos muestra su frialdad interpretativa (comparada con la mediterránea), el naturalismo llevado al extremo, tanto que a veces se convierte en exagerado, cruza la línea entre la naturalidad y la sobreactuación.

Beware of pity es la demostración de que algunas novelas fueron escritas para ser leídas y no representadas. Y si alguien se atreve a adaptarlas a la escena, debe ser consciente de sacar su esencia. La fuerza del teatro no está, normalmente, en la narración sino en la construcción de los diálogos y su posterior puesta en escena. Beware of pity está construida para que admiremos las palabras de Zweig, que ya residen en cualquier biblioteca, pero no cuadran demasiado con el ritmo tedioso de una puesta en escena fallida.

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