LETTER TO A MAN




DIRECCIÓN, DISEÑO DE ESCENOGRAFIA y CONCEPTO DE ILUMINACIÓN: ROBERT WILSON
INTÉRPRETE: MIKHAIL BARYSHNIKOV
TEXTO: CHRISTIAN DUMAIS-LVOWSKI
DRAMATURGIA: DARRYL PINCKNEY
MÚSICA: HAL WILLNER
DURACIÓN: 70min
FOTO: LUCIE JANSCH
PRODUCCIÓN: CHANGE PERFORMING ARTS y BARYSHNIKOV PRODUCTIONS
TEATRE NACIONAL DE CATALUNYA (SALA GRAN)

Una suerte poder ver a Mikhail Baryshnikov, no bailando, pero si interpretando en vivo y en directo. Una magia al alcance de pocos, a tenor por el precio de las entradas, excesivamente elevado para ser un teatro público, comentario escuchado en más de una ocasión. Eso sí la platea a rebosar, nadie quería perderse el postureo.

Por desgracia no tengo la experiencia de otros de poder comparar las obras de Robert Wilson, pero a pesar de ello se notaba un “vamos de tirar de oficio”. Delante de nosotros una puesta en escena maravillosa, de aquellas que sólo se ven fuera de unas y otras fronteras. Un despliegue de escenografía y recursos visuales. Un constante cambio de “muebles”, de luces que convierten al espectador en un ser hipnótico.

La historia de Vaslav Nijinski queda excesivamente diluida en el texto de Christian Dumais Lvowski, más bien se convierte en una serie de repeticiones en tres idiomas, ruso, inglés y francés, que no acaban de llevar/acompañar al espectador a ninguna salida cierta. Si bien como dijo en rueda de prensa Baryshnikov interpretar a un a persona esquizofrénica seria inmoral, dejarlo todo a medias, a nivel textual, es una especie de coitus interruptus.

Pero realmente estábamos allí para ver el genio de Baryshnikov dijera lo que dijera. Y aunque a nivel dramatúrgico el espectáculo no estuviera a la altura de nuestras expectativas, el ingenio, tablas y maestría de Baryshnikov hizo que se pasara por alto el resto de “peros” de la función y despertó los vítores del público de la Sala Gran. 

Toda una leyenda sobre las tablas que nos dejó bocabiertos con la cantidad de recursos de los que hizo uso. Letter to a man gasta un teatro visual  del que no estamos acostumbrados a ver, toda una clase magistral de expresiones, movimiento corporal que juntamente con el envoltorio hizo que el caramelo se convirtiera en una velada inolvidable. 

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