ELS DIES QUE VINDRAN


creación de LA SUECA a partir de Chéjov
dirección CRISTINA CERVIÀ
intérpretes MAR CASAS, CLARA GARCÉS y MIREIA VALLÈS
duración 1h 10min
fotografía IGNASI R. RENOM
producción LA SUECA
TEATRE AKADÈMIA

Sobre el papel una obra protagonizada y dirigida por mujeres que retratan a las antiheroínas de Chéjov parece cuanto menos interesante. Revisar a personajes como Nina, Irina, Arkadina, Olga, Maixa, Sonia, Elena, Liubov, Varia, Anina... y trasladarlas a la realidad de las mujeres de hoy en día es sin duda una de los más aspectos más atrayentes del proyecto.

La manera de trabajar de la compañía de La Sueca es extraer el jugo, la esencia de los textos y jugar con ellos, con sus personajes, con los dilemas que proponen. Ese juego queda reflejado desde el inicio en escena. Las actrices/personajes salen y entran de escena. Se dirigen al público. No hay un lugar, más allá de los cambio de luz, que indique al espectador los límites de tanto juego.

Sin límites, sin nombres más allá de los mismos que las actrices, es entonces trabajo del espectador ir recomponiendo piezas, tomar al azar cada pedazo de texto y adjudicárselo mentalmente al personaje adecuado. High level.



Es bien cierto que los trazos característicos de las obras de Chéjov están presentes y quedan bien remarcados en el texto: objetivo Moscú, síndrome de posesión por los objetos materiales, sueños rotos, deseos incumplidos e imposibles, la crítica del teatro contemporáneo, el paso del tiempo, la falta de juventud, el trabajo visto como una obligación. A pesar de tanto drama, el montaje opta por tomarse la vida con filosofía y mirar el lado positivo de las cosas.

Desde su estreno el pasado otoño en el festival Temporada Alta, el montaje ha cambiado a una de sus actrices. Hecho que no sería relevante si no denotara una descompensación en las interpretaciones. En el inicio, la interpretación de Mar Casas, al jugar con el humor, está más controlada pero al profundizar en el montaje se ve abocada a forzar al límite y eso descomponga en exceso el conjunto. Por el contrario, Mireia Vallès, a la que le han tocado los papeles más duros consigue controlar el tono y gana en credibilidad. La luminosidad interpretativa corre a cargo de Clara Garcés, que quizás lo tenía más fácil ya que, por ejemplo, en el caso Irina, la luz vive en ella.



De la puesta en escena lo más sorprendente es el mosaico colorido del suelo que contrasta perfectamente con la tendencia a la oscuridad que desprenden los textos de Chéjov. Estos colores tan vivos le da una luminosidad al montaje y le quitan hierro al asunto. Es imposible dejar de mirarlo.

Els dies que vindran basa buena parte de su fuerza en el texto y deja más de lado la acción, cosa que se echa de menos. No hay duda que las palabras de Chéjov, aún hoy, siguen vigentes, pero el montaje necesita algo más que buenas palabras. Si podemos "deconstruir" el texto, adaptándolo a la dramaturgia actual, también podemos hacerlo con la puesta en escena, con el ritmo, con la acción...

El "egocentrismo" del texto pasa factura al montaje. A veces no hace falta incluir palabras y sólo basta con actuar. Un claro ejemplo, dentro del mismo montaje, es la escena donde las actrices enmudecen y la música y unos leves movimientos las convierten en "bailarinas de una caja de música". Es una pena que la música deje de sonar.  

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