REQUIEM FOR EVITA


dramaturgia y dirección JORDI PRAT i COLL
intérpretes IVAN LABANDA / ANNA MOLINER, JORDI VIDAL y ANDREU GALLÉN
duración 1h 20min
fotografía MAY ZIRCUS
LA SECA ESPAI BROSSA

El solo hecho de ir al teatro ya es un ritual que cada uno lo asume con una fe de diferente. Al final en la platea de turno somos un único aliento que respira al unísono a varias voces disonantes. Pero nada más entrar en la Sala Joan Brossa de La Seca nos damos cuenta que este ritual será diferente, hay quelcom en el ambiente que así lo indica.

No es porque los intérpretes ya estén en escena, que te miran, que van reconociendo a personas "amigas" entre los asistentes. Tampoco porque se permita hacer fotos (sin flash) el único día que apagas por completo el móvil en vez de dejarlo en modo avión (fallo garrafal). Creo que soy incapaz de explicar con palabras la atmósfera que uno se encuentra al entrar, sin duda lo mejor es vivirlo en directo.

Pero para ponernos en situación, los tres individuos que tenemos enfrente nos han citado en los bajos de un edificio donde está  apunto de comenzar un ritual muy particular, en el que descubriremos su fe, un nuevo dios, Eva Perón. A partir de entonces nuestro padre nuestro particular será un medley muy especial con Don't cry for me Argentina, como pilar.



Bajo un recomendación fui a ver el montaje con Ivan Labanda como maestro de ceremonias. Y la verdad es que su presencia refuerza el carácter de cabaret con un toque de petardeo y un guiño a la comunidad LGTBI+. Labanda está sensacional, tanto él como Jordi Vidal llevan la voz cantante de esta misa pagana donde seguiremos los dictámenes de Eva Perón o a quién quiera que les de la gana a estos dos

Las dotes  cómicas y musicales de Ivan Labanda son de sobra conocidas para los musical lovers. Al igual que las de Jordi Vidal, que en Requiem for Evita, vuelve a demostrar un amplio rango vocal que deja pasmados a propios y a extraños. Pero la gran sorpresa del montaje es la vis cómica de Andreu Gallén que lo mismo sirve "para un roto que para un descosío". 



Tanto el diseño de iluminación de Lluís Robirola como, en especial, la escenografía de Judith Torres juegan a la sorpresa con el espectador y son unas perfectas comparsas para el show que se acaba montando encima del escenario. Las letras de David Pintó son el talismán que le faltaba al espectáculo para que te dure días en la cabeza.

A Jordi Prat i Coll le compramos estampitas, cantamos cualquier himno que se le pase por la cabeza e incluso recibimos su peculiar comunión sin pestañear. Sin ser creyente de nada, acabas cayendo a los pies de esta peculiar fe y sin darte cuenta, sucumbes bajo el grito de guerra, "Jo sóc perona"

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