UNA GOSSA EN UN DESCAMPAT


dramaturgia CLÀUDIA CEDÓ
dirección SERGI BELBEL
intérpretes PEP AMBRÒS, ANNA BARRACHINA, QUERALT CASASAYAS, VICKY LUENGO, XAVI RICART y MARIA RODRÍGUEZ
duración 90min
fotografías KIKU PIÑOL
producción SALA BECKETT y GREC 2018 FESTIVAL DE BARCELONA
SALA BECKETT (GREC 2018)

Tengo claro que nunca sabré en propia piel que es ser madre y tampoco que es perder a un bebé, pero no por ello dejo de ser mujer y persona y puede empatizar hasta el límite con lo que nos explica Clàudia Cedó en este montaje. Si de por sí el montaje ya es difícil de asumir, la realidad tiene que serlo a un nivel poco asumible.

Cedó construye un montaje no lineal donde el espectador sabe desde el comienzo qué pasará con la criatura pero desconoce el proceso y sobre todo el duelo y la aceptación que han de pasar los padres. Es ahí donde pone el foco la dramaturgia. La falta de linealidad se suma a una metateatralidad de suma de historias paralelas y a un concepto espacial que dista mucho de ser realista y entra de lleno en el mundo de los sueños.



Aunque esta historia sea una historia de actores, hay tres factores que juegan un papel más que protagonista para que explote la magia teatral. Primero un espacio escénico diseñado por Max Graenzel que permite al espectador trasladarse físicamente al descampado pero al mismo tiempo alberga el resto de espacios de la dramaturgia, hospital incluido, sin cambiar nada. Absolutamente espectacular.

Acompaña a la escenografía, el diseño de iluminación de Kiko Planas que es el elemento indispensable para que el juego de luces y sombras que propone el texto quede perfectamente definido.

La cuadratura de este triángulo perfecto es el espacio sonoro de Jordi Bonet que convierte, sí es posible, la escena en un lugar más inquietante, del que todos tus sentidos no conseguirán escapar.



Como ya pasaba en el caso de una obra de la misma temática, Llibert de Gemma Brió, Claudia Cedó, la escribe desde su propia experiencia personal. Y la dramaturgia destila ese dolor de la pérdida, ese proceso de aceptación y superación que un espectador medio con un mínimo de sensibilidad recibe como un puñetazo en el estómago, un sentimiento que le provoca que se le erice la piel, y que comience a circular por todo su cuerpo como una bala cargada de emociones




Una gossa en un descampat necesita actores orgánicos, desnudos de todo artificio, con una naturalidad aplastante. El papel protagonista, Júlia, se desdobla en Júlia 1 y Júlia 2, en los días impares está interpretado por Vicky Luengo (Júlia 1) y Maria Rodríguez (Júlia 2) y en los pares al revés. Yo fui, sin saber quién sería quién, en día par, por lo que para mí Júlia 1 siempre será Maria Rodríguez, que nos regaló un sufrimiento estratosférico. Vicky Luengo es su compañera perfecta, como Júlia 2, un peculiar alter ego que eleva el montaje y le da un curiosa atmósfera llena de incógnitas.



No sólo se desdoblan las protagonistas, Pep AmbròsQueralt Casasayas, Anna Barrachina y Xavier Ricart también lo hacen para poder asumir todos los papeles secundarios. Y dentro del drama se agradece que ellos aporten el toque amable, y a veces, cómico, para destensionar, o al menos intentarlo, el ambiente.

Una gossa en un descampat es un espectáculo cargado de lirismo con una marcada prosa poética, lleno de sentimientos que pone la piel de gallina. Una especie de catarsis compartida, grupal. Una bala que te alcanza en un segundo y va explotando lentamente en tu interior. Pero pese a todo el dramatismo de la acción, siempre hay un resquicio para la esperanza. La vida continua y el Grec 2018 también. Imprescindible.


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