AMOR MUNDI


dramaturgia y dirección VICTORIA SZPUNBERG
intérpretes MARTA ANGELAT, AINA CALPE y BLANCA GARCIA-LLADÓ
duración 1h 30min
fotografías KIKU PIÑOL
producción GREC 2019 FESTIVAL DE BARCELONA y SALA BECKETT
SALA BECKETT

Un año más vuelvo a comenzar el Festival Grec en la Sala Beckett. Esta vez con un espectáculo sobre la educación, el papel de la escuela y de los maestros, que hoy convertidos en meros profesores que tienen menos papel que el que deberían tener.

El tema da para cinco obras, como mínimo, Victoria Szpunberg coge un caso concreto, el supuesto bullying de una alumna para desmenuzar a grandes rasgos el sistema educativo actual donde el centro es el alumno que siempre tiene razón y los maestros son simples loros que repiten lecciones que nadie quiere aprender y que pertenecen a un sistema que no les ofrece las suficientes herramientas ni garantías para ejercer su función. Sin buscar razones o culpables el papel de la escuela está cada vez más diluido en un sistema social que provoca terror.

Y ese terror queda reflejado en la puesta en escena, donde la sombras priman más que las luces, con una escenografía minimalista de Max Graenzel, una potentísima iluminación de Paula Miranda y un espacio sonoro que corta el aliento de Lucas Ariel. Amor Mundi es un montaje donde la puesta en escena es tan importante o más que el texto. 



La narrativa explicada en modo flashback, a través de los recuerdos de Aurèlia, una maestra retirada y que está a punto de quedarse ciega, justo antes de ser despedida de la escuela por un episodio que se va dilucidando en el devenir del montaje y que pone al espectador entre la espada y la pared de la moralidad actual que muchas veces roza la falta de lógica y de humanidad. 



A nivel interpretativo, la contención de Marta Angelat aleja la mirada del espectador de una posible empatía con el personaje y le otorga un plano más distante, como si a veces hubiera a una pantalla que separara quien ve de quien es visto. Y aunque el peso de la función recae en ella, es el personaje de una enigmática monitora joven de la escuela, interpretada brillantemente por Blanca Garcia-Lladó, quien atrapa nuestra mirada. Es ella el Macguffin del espectáculo, la naturalidad de su interpretación nos hace salir de las sombras y nos despierta más curiosidad como el personaje principal.



Amor Mundi se debería haber quedado en un montaje que formule preguntas pero que obvie las respuestas, o que las deje simplemente entrever, para que sea el propio espectador quien opte por fabricarse su propia conclusión, a la situación real que no ficticia que se vive en el sistema educativo actual. Pero Victoria Szpunberg ha optado por incluir cierta moraleja al espectáculo, elemento que como espectadora detesto y me molesta esta sensación de que piensen por mí. Malamente

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