EDIPO, UNA TRILOGÍA



TEXTO: SÓFOCLES
TRADUCCIÓN: EDUARDO MENDOZA (del francés) y DANIEL LOAYZA (del griego)
DIRECCIÓN: GEORGES LAVAUDANT
INTÉRPRETES: EUSEBIO PONCELA, PEDRO CASABLANC, MIGUEL PALENZUELA, ROSA NOVELL, LUIS HOSTALOT, LAIA MARULL, NOELIA BENÍTEZ, FERNANDO SANSEGUNDO, CRÍSPULO CABEZAS
PRODUCCIÓN: TEATRO ESPAÑOL DE MADRID y GREC'09 FESTIVAL DE BARCELONA
TEATRE GREC


Edipo, una trilogía se nos ha anunciado como uno de los platos fuertes este año en Festival Grec. A partir de Edipo, Rey; Edipo a Colonos i Antígona de Sófocles, Georges Lavaudant construye su particular versión de Edipo. Con una atmósfera, demasiado contemporánea se nos presenta uno de los mayores dramas del teatro clásico.

Con un primera parte lograda y ágil, ayudada por pantallas que suben y bajan, con un Eusebio Poncela que atrae todas las miradas de los presentes, que conduce al espectador por todos los vericuetos que le ocurre a Edipo, sus gestos y su dicción, acompañan a un gran Edipo Poncela, mientras Yocasta, interpretada por una indiferente Rosa Novell, intenta sin mucho éxito, tranquilizar a un Edipo preocupado por las revelaciones de los oráculos. El resto del reparto queda eclipsado por el savoir faire de Poncela.

Tras el descanso nos espera un Edipo ya ciego y su hija Antígona que lucha contra las fuerzas por dar entierro a su hermano Polinices, al que su tirano tío Creonte se niega a dar sepultura. El texto se desacelera, los personajes se vuelven excesivamente parados y a pesar de la fuerza escénica de Pedro Casablanc como Creonte, éste no llega a hacernos olvidar el gran Edipo de Eusebio Poncela de la primera parte.

Esta segunda parte resulta excesivamente parada, quieta, sin sorpresas. Georges Lavaudant ha desprovisto su versión de lirismo y heroicidad, pero al mismo tiempo la ha dejado sin un ápice de emoción. Sus personajes no sienten ni padecen, da igual que les dejen ciegos, que les maten un hijo o un hermano. Y el público ante la no emoción se muestra indiferente.

Es surrealista pensar que en la época griega existiera el teléfono, o la televisión, elementos que sirven para complementar este último acto. Todavía existen los que creen que para acompañar una buena historia, de sobras conocida, no sólo por los seguidores de las artes escénicas, sino por el universo entero, en intentar poner palos a unas ruedas que no lo necesitaban.

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