El momento de Mario Gas



"El teatro está consustancialmente unido a la persona como animal social, está en el subconsciente del ser humano; entretenernos, en el mejor sentido de la palabra, es fantástico, otra cosa es entretenernos haciendo que nos perdamos a nosotros mismos y nos vaciemos en cosas falsas, eso es atenazarnos, encadenarnos y alguien siempre lo intenta": palabra de Mario Gas.

Él ya era, desde hace décadas, un icono del teatro español contemporáneo, como actor, director y gestor. Pero ha sido su desembarco en el teatro Español de Madrid el que le ha dado una proyección de gran hombre del teatro europeo de los que no había disfrutado hasta ahora. Gas programa las dos salas de la sede central y la del Matadero en las Naves del Español, un espacio envidiado a nivel internacional, que pronto tendrá otras salas polivalentes.

Acaba de pasar una época aciaga, tocado por un infarto y hundido por la muerte de su hermano y estrecho colaborador, pero no pierde de vista su objetivo como profesional del teatro. Mientras, lleva una férrea y celebrada programación, de la que avanza proyectos.

Hoy mismo presenta -para calmar a ese actor que lleva dentro- en el madrileño Festival de Otoño en Primavera The Bukowski Project (hasta el día 3 en los Teatros del Canal). Una producción apenas vista (estuvo en el último Festival de Temporada Alta) en la que Mario Gas y la cantante y actriz alemana Ute Lemper ofrecen un viaje iniciático, a través de la poesía de Charles Bukowski (1920-1994). "Hay un feeling muy interesante con Ute, es fantástica en el escenario; muchos descubrirán la grandeza del Bukowski poeta, potente, muy de lo cotidiano, con su estética beat, pero muy serio; a veces se le ubica como autor procaz y obsceno, pero su poesía tiene una profundidad existencial descomunal", dice.

Dentro de unos meses, Mario Gas volverá a un autor que le persigue, Tennessee Williams y su obra cumbre Un tranvía llamado deseo. "El texto es más que interesante y tengo una pareja protagonista excepcional: Vicky Peña y Roberto Álamo", comenta acerca de este proyecto del productor Juanjo Seoane. "Mi teoría de siempre es la de dar juego a todo el mundo, y que esto no sea un jardín privado", prosigue Gas. En 2010 presentará al argentino Claudio Tolcachir dirigiendo a actores españoles en Todos eran mis hijos, de Arthur Miller, y estrenará la producción Beaumarchais, de Sacha Guitry, con dirección e interpretación de José María Flotats.

Por su cabeza pululan para 2011 un par de textos españoles, adaptaciones de novelas de serie negra, y autores como Dürrenmat, Valle-Inclán, Jardiel, De Filippo y Joe Orton, así como una versión escénica de Campanadas a medianoche, de Orson Welles. "Nuestro límite contractual acaba en 2011 y ahora estamos inmersos en fortalecer ese año con los recursos mermados y languidecidos, adecuados a la crisis en la que nos estamos moviendo".

A Mario Gas no le importa recordar que trabaja para un Gobierno del PP, partido al que no está muy cercano ideológicamente. "Vamos a no prejuzgar, hay muchos colores en la vida y siempre digo que la república del teatro tiene que estar unida, porque algo tiene siempre de enfrentamiento al poder, sea del color que sea; pero tan malo es estar apadrinado por un poder demasiado amigo, como no. Jamás recibo directrices ideológicas y es saludable la relación; lo fundamental es creer en los demás, tener un equipo que pueda descolocarte, ideas claras que confrontar; y quedarte al 50% entre quien eres tú dentro del proyecto y qué es el proyecto en sí mismo; ese equilibrio tiene momentos felices y otros de soledad y dudas, pero como decía Marx (Groucho) el movimiento se demuestra huyendo, y a veces tengo ganas de huir, pero eso es humano".

Fuente: Rosana Torres (www.elpais.com)

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