A. Gassman estrena 'Immanuel Kant' en Nápoles


Uno de los estrenos mas esperados del Festival de Teatro y Danza de Nápoles 2010 era Immanuel Kant, de Thomas Bernhard, representado así por primera vez en Italia bajo la dirección escénica de Alessandro Gassman (Roma, 1965), hijo del gran actor Vittorio Gassman y de la actriz Juliette Mayniel. A los 17 años Alessandro apareció ya junto a su padre en el filme De padre a hijo, y eso dio la salida a una carrera que no ha parado nunca y que se ha diversificado entre el cine, la televisión y el teatro. Hasta le ha dado tiempo a una meritoria trayectoria de modelo publicitario de altura (posó desnudo para la campana del perfume Opium de Yves Saint Laurent). Pero antes, ya Alessandro era un icono de nueva belleza masculina, una mezcla en anticipación del canon viril a la italiana (tradicional) con algunos elementos nuevos con un innegable gen y nervio de buen actor.

En 1984 apareció en Milan la revista Per lui (del grupo Conde Nast, paralela al canónico Uomo Vogue) y su primera portada de impacto fue una foto en blanco y negro de Alessandro con el pelo tenido de platino. Fue un boom; dicen los estudiosos milaneses del sector que allí empezó en verdad la metrosexualidad. Figura mediatica a la vez que actor de carácter, Alessandro Gassman estrena con Immanuel Kant su segundo trabajo como director, y es la primera vez que se involucra en un proyecto en que no sale a escena. Coproducido por el Teatro Stabile del Veneto, la obra se presenta como un reto de gran producción con elementos escenográficos innovadores y una plantilla de reconocidos actores de prestigio que ya antes han formado equipo con Gassman.

PREGUNTA: Su portada del Per lui de 1984 aparece ahora en los libros de historia de la moda italiana. ¿Aquello fue su despegue definitivo, su ruptura umbilical al menos en el terreno artístico?

RESPUESTA: No tanto. Lo recuerdo con agrado, aquella época de despegue... la culpa en el fondo de aquel pelo teñido era de Pier Paolo Pasolini, me puse rubio para hacer Affabulazione.

P: Y ahora usted ha codirigido un documental sobre su padre en que aparece un fragmento muy antiguo también en blanco y negro de Vittorio con el mismo pelo rubio a lo Hollywood: el parecido es asombroso.

R: Sí. Mi padre se puso rubio para hacer un papel de joven americano. Como era tan moreno y latino idearon que la mejor manera de parecer americano era con una cabeza platinada.

P: Hablando de Hollywood, en su Immanuel Kant los dos personajes femeninos están encarnados por hombres travestidos, a la manera de Con faldas y a lo loco, el filme clásico de Billy Wilder con Tony Curtis y Jack Lemmon, de hecho la estética es similar en muchas cosas (pelucas, trajes, comportamiento histriónico).

R: Cierto, hay esa referencia y hay esas claves, no lo niego. Piense usted que yo hice en teatro musical ya hace tiempo Con faldas y a lo loco. La clave principal está en llevar el texto de Bernhard al terreno del cómico-grotesco, algo que no se había hecho antes, un estilo que para mí es una novedad y un experimento. Y es que en Bernhard todo es un poco falso siempre.

P: Lo que en cierto sentido lo hace más soportable, sin eludir lo siempre polémico que puede ser Bernhard.

R: No sé en España, pero en Italia Thomas Bernhard se representa muy poco. Ahora mismo en Viena y París hay espectáculos basados en sus obras que son un éxito de cartel, con críticas estupendas. Y en cuanto a su carácter polémico, siempre roza el anárquico, se mueve en esa linea donde está también la provocación incisiva.

P: ¿No tuvo esta vez la tentación de subirse al escenario?

R: Todos los días, todos los ensayos. Mire, ayer en el estreno, mientras seguía la representación desde la mesa de luces, me tenía que contener. Mi sitio original está allí arriba.

P: ¿Y qué le animó a adentrarse en Bernhard?

R: Yo ya había hecho el Garibaldi, y en Italia hay una falta real y dramática de autores teatrales. El público va a los teatros una vez que comprueban qué actores figuran en el afiche. Esa es una verdad incontestable. El tirón no lo dan los autores, sino la fama del actor.

P: ¿Y esa crisis de autores tiene responsables?

R: En cierto sentido el mundo de los teatros estables, que no tienen el coraje del riesgo y que viven de los cambios cíclicos y políticos, casi siempre a corto plazo. La creación teatral debe ser pensada desde el riesgo, y eso se produce aquí en el teatro privado. Yo he tenido mucha suerte con el Teatro Stabile de Venecia en este caso.

P: En Immanuel Kant repite cast y equipo...

R: Son actores que trabajan conmigo desde hace años, tenemos además de confianza mutua una memoria común, podemos decirnos las cosas con claridad, somos amigos en la vida además de en el teatro. Esa labor de grupo tan seria facilita las cosas.

P: Se discute productivamente...

R: Tengo un gusto sincero y verdadero por el trabajo colectivo, y en eso entra la humildad de todos, todos nos ayudamos.

P: Algo que no será del todo fácil en usted que ha crecido a la sombra de su padre.

R: Sí, pero buscando mi propio gusto y mi propio camino. Él era un acto grandísimo, único. Por suerte, somos muy diferentes. Cuando se habla de un nuevo actor como "un nuevo Gassman" estoy seguro que no están hablando de mí.

P: Es decir, no hay ya umbilicalidad...

R: Esta diferencia en nuestras personalidades hace que raramente se nos compare.

P: ¿Hombre de teatro u hombre de cine?

R: De ambos. Desde hace 25 años dedico el otoño y el invierno al teatro, y el verano y la primavera al cine. Este año haré tres filmes, pero la temporada teatral se alarga un poco. La popularidad me permite usarla paras proponer, tanto en cine como en teatro, temas difíciles.

P: Como es el caso de este Immanuel Kant de Bernhard.

R: Efectivamente. He usado la traducción de Umberto Gandini, pero metí al final el monólogo que no está en la obra original, y parte de una carta que escribió Thomas Bernhard para ser leída en el acto de recogida de un premio importante. Como siempre hacia, no fue a recoger el premio y la carta fue leída por otro. Está llena de frases cínicas. En Italia Bernhard es tratado como un autor cínico, de humor negro, y eso me llevó a esta clave grotesca, que para mí es la justa.

P: Hay otras influencias palpables: Las comedias mudas del cine americano, Fellini, E la nave va...

R: Y Amarcord la escena cuando salen en las barcas a ver el Titanic... de eso hablé con el escenógrafo que lo entendió enseguida, es otra prueba del resultado del trabajo en equipo, de trabajar honestamente en busca de un resultado satisfactorio que nos traicione a ninguno. Por eso quería estar en escena, estar dentro y estar fuera a la vez: ¡eso es el teatro!

Fuente: Roger Salas (www.elpais.com)

No hay comentarios:

Publicar un comentario