C.Mackintosh: "En el teatro actual soy un dinosaurio"


Para comprender el significado de Cameron Mackintosh dentro del teatro musical de nuestros días basta enumerar varias de sus producciones: Cats, El fantasma de la Ópera, Miss Saigon o Los miserables. Ha venido a Madrid, precisamente, para acompañar a los responsables de la producción española de esta obra (que verá la luz el 18 de noviembre en el teatro Lope de Vega), que ayer desveló su reparto. Con él, el compositor francés Claude-Michel Schönberg, autor de la partitura de este musical, que celebra este año sus bodas de plata.
«No he descubierto todavía el secreto para lograr el éxito en el teatro —dice Mackintosh abriendo los brazos—, y ojalá no lo descubra. Ha de producirse una química especial entre el escenario y el público que no se corresponde necesariamente con lo importante que sea la producción». «Lo único seguro es que no hay receta posible —apostilla Schönberg—; si tratas de repetir una fórmula, probablemente fracases. Hay que mantener un estilo propio».
Para el músico, el secreto de Mackintosh es su implicación, su compromiso, «siempre a vida o muerte en cada uno de sus proyectos». El productor se define a sí mismo como «un camaleón capaz de adaptarse a los creadores con los que trabajo. No es lo mismo Stephen Sondheim que Andrew Lloyd Webber... Pero una vez entro en un proyecto y me implico en él tengo el don de amoldarme a su manera de trabajar para cubrir sus necesidades y lograr que la producción sea lo mejor posible. La gente me pregunta qué hace que quiera producir un musical. Por supuesto me tiene que atraer la música, pero me ha de interesar el lenguaje, los personajes, la historia. Claude-Michel es como Sondheim, no tiene un cajón lleno de canciones que adapta a la historia, como tiene Lloyd-Webber —que es un genio—; ha de inspirarse en el propio libreto, en sus personajes. Cuando compone todo es fresco y nuevo. La mayoría de los grandes musicales proceden de grandes textos. Hay títulos con grandes canciones, pero la base literaria es algo fundamental; y es la propia historia la que te marca la puesta en escena».
Se define también Mackintosh como un productor «metomentodo» —en Madrid ha sido él quien ha dado el visto bueno a todo el reparto de Los miserables, e incluso ayer quiso comprobar si la marquesina del teatro donde se va a representar era un escaparate adecuado—; mi motor es mi pasión por el teatro musical. Antes de pensar en el espectáculo me tiene que atrapar la música y la historia. Si ocurre me pongo a trabajar con los autores y no los dejo ni a sol ni a sombra». Schönberg asiente: «Cameron tiene un instinto muy poderoso y una visión muy clara de lo que quiere ver. Por una única palabra se ha tenido que cambiar toda una escena».
Al fin y al cabo, añade Mackintosh, «yo soy la comadrona que atiende el parto. Hasta que la obra no ha nacido perfectamente no se entrega al director. Todo tiene que estar escrito ya; y entonces comienza el trabajo del director, del coreógrafo, del escenógrafo, del iluminador, del figurinista...» Pero ahí también está encima. «Me gusta ver hasta la última tela del vestuario —reconoce—. Pero todo en beneficio de la producción: los egos individuales no tienen sitio. Soy el único que conoce todos los elementos, el que hace malabares con cinco bolas y al tiempo hace girar los platos y el que debe cuidar que el espectáculo sea lo mejor posible, aunque haya que cambiarlo una y otra vez».
«En el teatro actual —concluye Mackintosh—, soy un dinosaurio, una especie en vías de extinción; no hay más que ver en los premios Tony cómo para un espectáculo de un sólo actor suben al escenario quince productores. Esa es, creo, una de las razones del declive del musical en Estados Unidos; el director tiene todo el poder, y eso en un musical no funciona bien. Puede ser así en una obra de texto, pero no en un musical».
Fuente: Julio Bravo (www.abc.es)

1 comentario:

  1. Y aquí podéis encontrar las impresiones del mismo Julio Bravo, antes, durante y después de la entrevista, merece la pena...

    http://unabutacaconvistas.blogspot.com/2010/09/cameron-mackintosh.html

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