"El teatro en España es una muchacha guapa y tonta"


José Monleón ha tocado casi todos los palos dentro del mundo del teatro, y eso que iba para abogado. Menos actor, ha sido de todo: crítico, ensayista, director, dramaturgo ypromotor de numerosas iniciativas, como el Instituto Internacional del Teatro del Mediterráneo o el festival Madrid Sur. Esa consagración al teatro le ha valido numerosos galardones, entre ellos el Premio Nacional de Teatro, la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, la Cruz de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña y el Premio de Teatro de la Comunidad de Madrid. Hoy, el fundador de las revistas Primer Acto y Nuestro Cine suma uno más, el Premio Max de Honor de la SGAE.

¿Qué tiene este premio de especial?
Que es un premio que viene de la profesión. Como he dado tanta lata, me han dado muchos premios dentro y fuera de España, pero este lo agradezco muy especialmente porque me lo dan compañeros y personas por las que yo siento un grandísimo respeto.

Usted ha pasado por casi todos los oficios teatrales. ¿Tiene alguna iniciativa en mente que aún no haya llevado a cabo?
Ahora mismo estoy trabajando en un libro de 400 folios. Para mí era fundamental a estas alturas intentar hacer una visión global cultural, teatral, social y política. He escrito varios libros, pero me hacía mucha falta esta especie de mirada biográfica, porque desde que era niño y empecé a ver barbaridades en la Guerra Civil hasta hoy mismo, esto es un trayecto que tiene una coherencia y que yo quería contar. Me ha hecho un prólogo estupendo Federico Mayor Zaragoza y ahora mi ilusión inmediata es editarlo.

¿Estamos hablando entonces de sus memorias?
Sí, pero también recoge la idea de que hay muchas cosas que no están bien en la vida cultural, política y económica del mundo. Estamos a caballo entre una cultura heredada que nos sujeta a muchas cosas y al mismo tiempo un mundo que objetivamente ya es otra realidad, y ahí hace falta un ajuste. Por eso la política y tantas cosas van mal, parece que sin pelea no es posible el diálogo. La gente habla de democracia y no sabe muy bien qué quiere decir, y los parlamentos se enfrentan asituaciones que parecen no tener arreglo porque se quieren resolver con realidades del pasado. Si no hay salida es porque se quiere salir por puertas que ya no existen. ¡Construyamos una puerta para salir en la realidad de hoy! Y esa es mi reflexión en 400 folios.

¿Y qué papel puede desempeñar el teatro en medio de esa situación que usted denuncia?
Ya desde los griegos se descubrió una cosa fundamental gracias al teatro: que los protagonistas de los problemas no son las ideas sino las personas. Y la grandeza del teatro es que quienes salen a escena son personas. Creo que el teatro es algo muy noble e importante, entendido como la voz del hombre a través de los siglos para hacerse oír en un mundo siempre dominado por las grandes abstracciones.

Ha sido testigo y protagonista de la evolución del teatro en España. Si tuviera que quedarse con tres hitos, ¿cuáles serían?
Un momento muy importante para mí tiene lugar cuando acaba la Guerra Civil. En ese contexto de ajuste de cuentas y férrea censura se estrenan dos obras que nos abren los ojos: La muerte de un viajante, de Arthur Miller e Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo. Otro elemento importante fue la salida a Europa, que en aquella época estaba vista como un lugar lleno de judíos, masones, comunistas y golfas. Ver a compañías de países muy diferentes nos dio la idea de vecindad y multiculturalidad. En tercer lugar, mi descubrimiento del pueblo y el teatro latinoamericano, que no tenían nada que ver con la crónica histórica que habíamos aprendido en el colegio.

Se dice que nuestro teatro goza de buena salud actualmente. ¿Está de acuerdo?
No. Está bien desde el punto industrial y económico, eso es verdad, y tiene un nivel de profesionalidad importante. Pero esta visión mercantil es como una muchacha guapa y tonta, comparada con los autores que hemos tenido en el pasado, que tenían cosas que decir y contribuían a la educación y la ética. En ese sentido, el teatro español tiene una buena salud física pero acusa un vacío y un desinterés por los problemas de la gente. En definitiva, no nos representa, nos distrae.

¿Cuál es la contestación a ese panorama?
Hay mucha gente joven estupenda que merece todo el respeto y estrena en condiciones irregulares, cuando puede. Hay salas casi marginales donde se hacen obras de muchísimo interés. Esa corriente está, afortunadamente, porque si no el teatro sería un mero entretenimiento, como una partida de billar. Lo que ocurre es que esa coriente no está recogida, ni respetada, ni estimulada como debiera por la sociedad.

¿Apostaría usted por algún joven talento que destaque especialmente?
En España tenemos varios autores que son importantes. Mayorga se está traduciendo a muchas lenguas y representando en muchos países, y está a la altura de los grandes nombres del teatro contemporáneo europeo. También he seguido con mucho interés la trayectoria de Josep Maria Benet i Jornet, de Rodolf Sirera. Y ahora por la revista Primer Acto sé que hay un montón de personas que destacan en el teatro de las autonomías. Antes todo lo interesante se hacía en Madrid y eso ha cambiado por fortuna.

Fuente: Fernando Díaz de Quijano (www.elcultural.es)

No hay comentarios:

Publicar un comentario