En la cocina de Mayumana


Jaffa, la antigua ciudad inmediatamente situada al sur de Tel Aviv (y de cuya municipalidad forma parte) posee un inasible sabor donde se mezclan los restos milenarios y las ceñidas callejas, edificios y negocios que apenas se sostienen en pie, y locales y casas que respiran contemporaneidad. En Jaffa, besando la orilla del Mediterráneo, y en lo que fue un antiguo almacén cercano a un viejo puerto de pescadores, se encuentra la Mayumana House, que desde hace algo más de diez años alberga la sede de una de las compañías de mayor éxito internacional; más de siete millones de personas en todo el mundo han visto alguno de los espectáculos de Mayumana, que acaba de cumplir tres lustros de vida.

La sobriedad del edificio y el aparente abandono de algunas de sus dependencias —donde se acumulan decenas de aparejos y objetos que después se transformarán en instrumentos de percusión— no invita a pensar que aquel sea un bullicioso centro de creación. Pero es tan solo un espejismo, porque Mayumana desarrolla en su sede un intenso y minucioso trabajo que aúna la creación con el entrenamiento y la formación. Su corazón es el teatro, con cuatrocientas localidades, que se ha convertido en uno de los escenarios más activos de la ciudad, y en el que se han ofrecido ya, según los responsables de la compañía, más de dos mil representaciones. Tres equipos distintos trabajan al mismo tiempo en la sede y en gira; se realizan audiciones en distintas ciudades, por las que han pasado más de 12.000 personas; hay workshops periódicos en los que personas ajenas al mundo del espectáculo —directivos de empresas, habitualmente— pueden practicar el difícil arte de la percusión y la improvisación; y, por fin, allí se reúnen los niños y adultos que forman parte de los programas de la Fundación Mayumana para la Educación Creativa.

Nació en un sótano

Hoy, Mayumana es una compañía de alcance internacional con cerca de un centenar de personas trabajando. Poco podían imaginarlo hace quince años Eylon Nuphar y Boaz Berman cuando se reunieron en un pequeño sótano de Tel Aviv y soñaron Mayumana. Era el año 1996 y su idea era crear un espectáculo que combinara elementos de distintas disciplinas, basado en el ritmo y la habilidad personal de los intérpretes. Poco después se les uniría Roy Ofer, actual presidente de la compañía, y el sueño cobró vida. Seis meses después de este encuentro Mayumana ofrecería su primera representación.

Mayumana es una variación de la palabra «Meyumanut», que significa en hebreo «destreza». Y es que los intérpretes y su talento, asegura Roy Ofer, son la columna vertebral de la compañía.«Siempre pretendemos —dice— sacar lo máximo de cada persona; buscamos gente con personalidad y respetamos el carácter de cada uno». En un perfecto español aprendido en Hispanoamérica, añade que «cada uno aporta su energía y eso enriquece el trabajo común».

Varios pilares sustentan el trabajo de Mayumana, entre ellos los dos principales, la creatividad y la alegría de vivir. «Nuestros espectáculos —insiste Ofer— no dejan de ser un juego sin fin; si no hay disfrute, no tiene sentido». Y eso, asegura, está presente en todos sus espectáculos. «La destreza técnica y el talento de los artistas es muy importante, pero también lo es su habilidad para comunicarse entre ellos y para comunicarse con el público. Siempre hemos tratado de establecer un diálogo con los espectadores para que se sientan partícipes de lo que está sucediendo sobre el escenario». Mayumana, continúa, precisa de un estilo de artista específico, muy abierto y con una gran expresividad.

Cada vez más sofisticados

Aka Jean Claude Thiemele, un artista nacido en Costa de Marfil pero afincado en España desde hace varios años, primero en Madrid y ahora en Barcelona, formó parte del reparto original de «Momentum», y es uno de los coordinadores artísticos del espectáculo. Llegó a la compañía desde la danza tradicional africana —de hecho, dirige su propio grupo de danza marfileña—. «Más de veinte culturas diferentes hablamos a través del ritmo, un idioma universal —explica—. Trabajamos sobre el ritmo: música, baile, energía, humor; todo se canaliza a través del ritmo, y ese es nuestro vehículo de comunicación y el que crea el vínculo con los espectadores. El público tiene que salir contento de nuestros espectáculos».

Los espectáculos de Mayumana son cada vez más sofisticados. «La tecnología —explica Roy Ofer— es un instrumento más, otra manera de expresar la creatividad. Las luces, la percusión virtual, el láser, la tecnologíaa 3D, son elementos que están ahí y que nosotros incorporamos porque nos ayudan a lograr esa imagen y ese ambiente que son uno de los sellos de Mayumana».

Fuente: Julio Bravo (www.abc.es)

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