El bueno y el malo, todo en uno



Son un mundo desconocido para el gran público español. Tanto que se ha importado el término anglosajón para referirse a ellos. Se llamancovers y swings y pese a lo que podría parecer son la piedra angular para que la frase The show must go on (el espectáculo debe continuar) se convierta en verdad.
Ellos están ahí siempre y, casi siempre, por si pasa algo. Películas comoFama, A Chorus Line o All that Jazz nos han metido en la cabeza que lo más importante para un actor, bailarín y cantante (todo en uno) es llegar a una prueba y conseguir el papel protagonista. Pero esta no es una verdad universal. Hay otros puestos en los carteles de las grandes producciones que son también muy cotizados. Beltrán Iraburu, pamplonés de 37 años, por ejemplo, es cover en el musical El Rey León. Su función en la mastodóntica maquinaria teatral que es esta producción traída de Broadway es, curiosamente, la de ser capaz de interpretar a Scar, el villano entre los villanos, y al jabalí Pumbaa, uno de los personajes más entrañables de la obra. ¿Quién dijo esquizofrenia?
“Yo en este momento de mi vida prefiero ser cover a tener un protagonista. Es mucho más enriquecedor como actor y como cantante. Tus registros se multiplican y desde luego no estás haciendo siempre lo mismo, forzando la voz en el mismo papel durante ocho funciones a la semana. Tengo claro que mi carrera es muy larga y quiero tener tiempo para poder estudiar y para saber que cuando salgo a escena lo hago en las mejores condiciones posibles”, asegura Iraburu que interpretó al pérfido león durante dos meses consecutivos por una baja médica de Sergi Albert. “Ahora me preparo para ser Pumbaa durante al menos 15 días porque Albert Gracia va a ser papá”, asegura.
Beltrán es cover, es decir, cubre a dos personajes principales de la obra; pero las cosas todavía pueden ser más estresantes. Javier Toca es cubano tiene 36 años y es swing en El Rey León, él ha de ser capaz de sustituir a seis bailarines, seis cantantes y dos de las malísimas hienas aliadas de Scar. Una locura. En total Toca se tiene que saber 14 papeles distintos. Seis coreografías distintas con sus especificaciones, seis partituras distintas para cantar y dos personajes de la función. ¿Cómo se logra? "Los cuatro primeros meses son una locura. Es cierto que hay otra persona que también se tiene que aprender lo mismo que tú y así el proceso de aprendizaje de los papeles se puede relajar un poco en el tiempo. Pero sí, es muy estresante. No sabes muy bien cuándo y qué papel te puede tocar hacer y tienes que ser capaz de acordarte y de poder ejecutarlo perfectamente. No todo el mundo está preparado para hacerlo sin mezclar una cosa con otra", se ríe Toca mientras lo explica. Es tan complicada su función que se ve recompensada en su nómina con un plus por ser swing.
Los cover y los swing son hombres y mujeres pegados a un móvil. En el momento más insospechado pueden ser reclamados para subir al escenario a cubrir a cualquiera de sus compañeros que se haya indispuesto o haya tenido un accidente o cualquier otra eventualidad. "A veces estamos en el patio de butacas o en los camerinos y nos suena el teléfono para que acudamos enseguida. Y, aunque normalmente hay un colchón de tiempo para prepararte, a veces ni eso. Te ponen el vestuario, te maquillan, y antes de empujarte al escenario te dicen 'eres fulanito o fulatina' y te las tienes que apañar", lo cuenta Pepa Lucas, una murciana de 28 años que va a ser swing del nuevo montaje de My Fair Lady con Paloma San Basilio como protagonista. Pepa tiene que cubrir y saberse el papel y la coreografía de 12 personajes que cantan y bailan. Otra heroína.
Y allí tienen que estar, en el teatro, en los camerinos o sentados en un palco esperando. Esperando a que ocurra algo y los reclamen o a que la obra llegue a ese punto de no retorno en el que no hay tiempo para poder sustituir a nadie, para poder vestirse y maquillarse. En El Rey León suele ser cuando faltan 15 minutos para terminar la representación. Justo cuando Scar dice 'Yo maté a Mufasa'. Ese es el momento en el que covers y swings desfilan por la puerta hasta la siguiente representación. 
Fuente: Manuel Cuéllar (www.elpais.com)

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