El Espada de Madera se rinde



En el antiguo barrio judío de Lavapiés, en el número 21 de la calle del Calvario, donde hace siglos se lapidaba a los condenados, se ubicaba el teatro Espada de Madera, una de las salas más emblemáticas del teatro alternativo madrileño. La historia de este escenario, fundado en 1992 por el director hispano-francés Antonio Díaz Florián, se interrumpió el pasado 2 de julio sin previo aviso. Solo un escueto mensaje en su web anunciaba el cierre por motivos económicos.
Una noticia nefasta para el mundo teatral de la capital, que ya no volverá a disfrutar de los clásicos en el peculiar escenario diseñado por Díaz Florián. Son muchos los espectadores e intérpretes que echarán de menos el Espada, como era conocido en el barrio. El actor madrileño Raúl Prados, que actuó varias veces en la sala, asegura que en el escenario se sentía transportado a otro tiempo. No exagera: el Espada de Madera trasladaba al espectador a un tribunal inquisitorial de la Edad Media. El público que entraba quedaba boquiabierto por la minuciosa decoración barroca, los sillones de terciopelo rojo, las gruesas alfombras, los tronos de madera, los candelabros y las lámparas doradas de luz tenue. Los actores, ya caracterizados, dirigían al espectador hacia la sala de arriba por unas angostas escalinatas y le invitaban ceremoniosamente a un vaso de vino tinto. Minutos después, la gente bajaba al escenario y se encontraba con el tribunal inquisitorial. El espectáculo comenzaba y el público juzgaba desde los incómodos asientos del coro de madera. Y nunca quedaba indiferente.
El espectacular diseño sirvió de escenario idóneo a todos los clásicos que se representaron: tragedias de Shakespeare, comedias de Molière, dramas de Lorca y hasta las piezas de teatro del absurdo de Fernando Arrabal, amigo íntimo de Díaz Florián.
El director francés, que por el momento no quiere hacer declaraciones sobre el cierre, está en trámites de vender o alquilar el local. La actriz Sara Jiménez, que ha gestionado la sala desde 2009 como su ayudante, explicó a este periódico que la afluencia de público bajó muchísimo desde que empezaron a notarse los efectos de la crisis: “Si ya antes era complicado, últimamente la situación era insostenible”.
El Espada de Madera es el último de una larga lista de salas alternativas que han ido desapareciendo. Los ingresos de este tipo de escenarios nunca fueron millonarios, pero con la crisis se están volviendo exangües. En 2008 cerró la Sala Ítaca (Canarias 41). En 2009 echaron el cierre salas míticas como el Albéniz (calle de la Paz 11) y El Canto de la Cabra (San Gregorio 8). La sala Tis (Primavera 11) lo hizo en noviembre de 2011. La sala Cuarta pared, que en 2010 cumplió 25 años, ha estado a punto de cerrar en varias ocasiones. Hoy es un referente de resistencia escénica.
Fuente: Javier Molina (www.elpais.com)

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