Peris-Mencheta: "Vivimos el mayor exilio artístico desde la Guerra Civil"


Fuente: Miguel Ángel Vergaz (www.elmundo.es)

La Tempestad, la última y más compleja obra de William Shakespeare, trata del destino cambiante, de máscaras, equívocos, encantamientos y la búsqueda de la propia identidad. La versión de esta comedia que este miércoles desembarca en el Olmedo Clásico arranca con el juego del quién es quién antes de su inicio. El director es Sergio Peris-Mencheta. Su máscara es la de un atractivo actor de cine y televisión de 37 años, que ha logrado conjugar el fervor de las fans con el respeto de los críticos. Pero su identidad es la de un hombre de teatro entregado a las tablas desde la Universidad. Y apasionado del Bardo.


Peris-Mencheta dirige la compañía Barco Pirata: cinco actores que asumirán 13 personajes, incluido uno femenino. Él no es uno de ellos. "Me resulta imposible dirigir y actuar al tiempo. Estaría demasiado pendiente de cómo va todo". Entiende La Tempestad como "una obra sobre el poder oculto y sobre gente que, tras una tormenta desatada por un mago en la sombra, naufraga y pasa, de la noche a la mañana, de tenerlo todo a no tener nada y a preguntarse quiénes son". La base es dura y Peris-Mencheta la describe con su franqueza habitual. "Ninguno de mis actores puede vivir de actuar. Yo, que soy una cara conocida, ya no recuerdo la última vez que recibí un guión".
El último revés es reciente. Peris-Mencheta muestra su profunda decepción por la cancelación definitiva, esta semana, de Isabel. "Era una gran serie. Una oportunidad única de contar nuestra historia desde España. Es un despropósito y TVE ha hecho esperar cuatro meses para dar el no a la productora, con los gastos que ello supone y mantener en vilo a 46 actores. Toda una declaración de intenciones de que la ficción y la cultura en general es para este Gobierno un lujo".
El resultado de estos malos tiempos se torna desolador: "Todo el mundo, y más después de lo del IVA, hace las maletas. Estamos ante un exilio artístico como no se ha visto desde la Guerra Civil". Él, por ahora, aún puede echarle "bemoles" y se queda. Con su querido Shakespeare. En una versión reducida y juguetona de La Tempestad, "que funciona como un tiro". Dando libertad a sus actores, tal como él la quiere para sí mismo.

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