LOS OJOS


DRAMATÚRGIA y DIRECCIÓN: PABLO MESSIEZ
INTÉRPRETES: FERNANDA ORAZI, MARIANELA PENSADO, VIOLETA PÉREZ y ÓSCAR VELADO
DURACIÓN: 1h 30min
PRODUCCIÓN: TEATRO FERNÁN GÓMEZ
CORRAL DE ALCALÁ (Espectáculo en gira)

Quizás algunos no habrán oído hablar de esta obra. Otros, sin embargo estén deseando descubrirla o incluso repetir experiencia. Meses después de que mis oídos sintieran las primeras recomendaciones, ha sido posible verla.

El entorno no podía haber sido más maravilloso. El Corral de Alcalá es uno de los teatros más espectaculares y pequeños que he visto nunca. Sólo faltaba que la función fuera sobre la seda para disfrutar de una velada única e irrepetible.

Y así fue, Los ojos es teatro made in Argentina por los cuatro costados. Eso sí, nada lejano a este lado del charco. Dramas sentimentales, personales, baja autoestima, sobre todo en el caso de los personajes femeninos y por supuesto los momentos de terapia se dan cita en noventa minutos de auténtico disfrute teatral.

Mejor no explicar mucho más de la trama por si tienen el placer de disfrutar una de las funciones que a partir del nuevo año ofrecerán por todo el territorio. Simplemente, dejénse sorprender y llevar, el viaje es toda una delicia.

Pablo Messiez, todo un desconocido en Barcelona, aunque espero que no por mucho tiempo, cuando venga le secuestraremos y nos lo quedaremos (aviso), dibuja con precisión a los personajes durante todo el texto. Cuando se acaba la función el espectador todavía puede seguir completando el dibujo en su cabeza. No hay nada cerrado, su obra requiere una reflexión posterior.

Eramorada quedo de las actuaciones de las dos protagonistas. Primero por la delicada inocencia que Marianela Pensado aporta a Nela. El momento de desesperación es uno de los mejores de la obra. No sabes si sentir lástima por ella o cabrearte. Es un cúmulo de sensaciones difíciles de describir. Después, Fernanda Orazi como Natalia nos explica todas sus frustraciones vitales, y la entiendes, y te conmueve, y las compartes, y sales con ganas de llorar, de gritar, de ayudarla. El monólogo final, cual hermana de Chéjov, es el broche final a todo un terremoto de emociones.

Con el suelo lleno de tierra, un sofá, un mesa, se construye una de las historias que más me ha conmovido en los últimos meses encima de un escenario. Todo son ganas de que los gestores de Barcelona acepten el reto de programar algo diferente, que lleva muchos meses con el cartel de éxito y con las entradas agotadas allá donde va. Por algo será. 

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