Cuerpo a tierra, llega el Día Mundial de la Danza




Fuente: Laura Kumin (elcultural.es)

La contribución de España a las grandes compañías del mundo no va a impedir que en nuestro país las celebraciones por el Día Internacional de la Danza, este lunes, traten de resolver una incómoda paradoja: la de un público que crece y una taquilla que se desploma. Confirmada la ineficacia del nuevo IVA y mientras se ultiman los detalles de la ineludible Ley de Mecenazgo, ¿qué cambios se avecinan en el sector? 



Cada año, desde 1982, el 29 de abril la danza celebra su día internacional. La fecha conmemora el nacimiento en 1727 del pedagogo y coreógrafo francés Jean-Georges Noverre Bailarín. Desde entonces, el Día Internacional de la Danza viene siendo una celebración del cuerpo bailado, de un arte con una capacidad de comunicación que trasciende cualquier idioma. En España, país de baile por antonomasia, resulta inevitable que la profesión comparta en estas fechas una reflexión sobre el estado de cosas. Si las artes escénicas llevan mucho tiempo en convulsión, planteando estrategias para sobrevivir en un contexto sociopolítico que parece valorar bien poco la cultura, en el caso de la danza la situación es aún más acuciante.

Es el momento de examinar, con cifras y letras, en qué punto nos encontramos desde antes incluso de que el pánico presupuestario pegara un varapalo a valores que la sociedad daba por conquistados. El recorte de las ayudas a las artes y su efecto directo en la programación, combinados con la brutal subida del IVA aplicado a las entradas, entre otros factores, ha movilizado al mundo de la cultura. A sabiendas de que la danza sigue dependiendo en buena medida de las aportaciones de las instituciones públicas, lo que la hace especialmente vulnerable.

A falta de algunos datos que permitirán un análisis más completo (entre ellos, los de la SGAE relativos a 2012 y un estudio de la Fundación AISGE que examina la vida laboral de los intérpretes) los números disponibles entre 2009 y 2011 con- firman el impacto de un proceso que, desde hace varios años, pone en jaque la viabilidad del modelo de financiación clásico.

Empecemos por citar dos datos positivos sacados del Anuario de Estadísticas Culturales de 2012 publicado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. En la temporada 2011-12, el 9,8 % de las enseñanzas artísticas del régimen especial corresponden a la danza, la proporción más grande después de la música y con un aumento progresivo desde 2006. Es decir, el interés por estudiar danza ha aumentado, al igual que el público que hace cola a los pies de la taquilla. La misma fuente cita un aumento continuo del porcentaje de la población que asistió a obras de ballet o danza (curiosa división), desde un 4,6% en 2003, pasando por un 5,1% en 2007, hasta un 6,1% en 2012. Si bien el gasto por persona empezó a reducirse a partir de 2011.

Aunque sigue aumentando el número de compañías de danza en el país, desde 803 en 2009 a 875 en 2011, el dato no puede ser tenido en cuenta a la ligera. Una simple observación del sector demuestra que el número de compañías estables va disminuyendo. Basta con acudir al Anuario del MECD para darnos cuenta de que el empleo en el sector disminuye. Lo que ocurre es que hay un aumento en el número de proyectos de pequeño formato, que obedece a las exigencias de las actividades a taquillas en estos tiempos tan malos para los cachés. Y ocurre que muchas compañías de danza, sobre todo de contemporánea, se fundan para un proyecto específico, lo que permite una mayor flexibilidad de elencos y facilita la participación de intérpretes concretos.

Por su parte, el Centro de Documentación de Música y Danza arroja luz sobre el panorama nacional tras encuestar a profesionales de compañías, teatros y festivales. Según esta fuente, entre 2010 y 2012 los estrenos censados (no todos los celebrados en España) se redujeron en un 32%. Hubo en 2012 115 espectáculos de danza contemporánea frente a 43 de danza española, que es, junto al ballet, la preferida por el público.

Por lo tanto, un primer análisis nos llevaría a concluir que cada vez hay más gente que estudia danza, que el público es aún minoritario pero en una línea de constante crecimiento, que el número de compañías y proyectos aumenta pero que el trabajo remunerado, la programación y los ingresos por taquilla siguen cayendo.

Los datos de 2011 reflejados en el Anuario de la SGAE muestran una realidad sombría. El descenso en el número de funciones programadas ha sido constante desde 2009, pero entre 2010 y 2011 hubo una caída del 13,8% y una consecuente reducción en un 11% del número de espectadores en 2011 (1.187.962). Según el citado Anuario, la mayor parte de la programación se la reparten Madrid y Cataluña, seguidos por Andalucía y el País Vasco.

Dinero que ‘IVA' a la danza
Los datos de la SGAE reflejan también cambios en la recaudación. En 2011, la danza recaudó 12.073.948 euros, un 18% menos que el año anterior. Si sumamos esta caída al 18% que arrastraba en 2009 y 2010, la situación habla por sí sola.

La subida del IVA para la cultura, del 8% al 21%, también ha tenido un efecto devastador. No podemos olvidar que España tiene el valor añadido a la cultura más alto de toda la Comunidad Europea. Noruega aplica un 0% y la cifra más alta (13%) corresponde a Portugal. Razón por la cual la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza (FAETEDA) encargó un informe a ICC Consultores sobre el impacto real de esta subida durante los primeros meses de su aplicación que concluye que las variaciones de público y de recaudación neta achacables al aumento del impuesto son -17,48 y -20,20%, respectivamente, superando cualquier supuesto aumento de los ingresos.

A pesar de todo, la danza es un sector que sigue creando empleo. Lo dice elDiagnóstico de Situación de las Organizaciones Pertenecientes a la Plataforma de Artes Escénicas de la Comunidad de Madrid realizado por el Departamento de Gestión Cultural del ICCMU-UCM. Las tres organizaciones analizadas son ARTEMAD, la Red de Salas Alternativas de la Comunidad de Madrid y EMPRENDO Danza, cuyas compañías generan los mayores gastos de personal, en su mayoría personal artístico y de producción. Son también las que más dependen de subvenciones públicas y las únicas que no reciben ingresos por patrocinios privados, lo que nos lleva a hablar de la ineludible Ley de Mecenazgo.

Laguna de mecenazgo
El informe recoge también un dato primordial que se suele obviar cuando se habla del relevo del patrocinio privado a la financiación pública. La mayoría de las compañías son empresas, condición para poder optar a muchas de las subvenciones públicas. Sin embargo, nuestra Ley de Mecenazgo está concebida para entidades sin ánimo de lucro, es decir, asociaciones culturales y fundaciones. Es una laguna importante que habría que subsanar cuanto antes, pues los países donde el patrocinio privado está normalizado cuentan con marcos legales para empresas culturales que reinvierten sus ganancias en sus propios proyectos.

Pero, mientras esto ocurre, ¿cómo se prepara el sector? “Trabajamos para formar bailarines, coreógrafos y docentes capaces de poner en marcha y defender sus propios proyectos, tanto aquí como en el extranjero”, cuenta a El Cultural Virginia Valero, directora del Conservatorio Superior de Danza María de Ávila de Madrid. “Su calidad, nivel y profesionalidad serán la garantía de su acceso y permanencia en la danza. Por eso trabajamos con la perspectiva de que puedan colaborar con compañías internacionales o proyectos independientes”.

Una posible solución pasaría por la unión global de los profesionales del sector. Pero, en una disciplina que requiere de una larga formación y una preparación continua, parece difícil aparcar las exigencias diarias para pensar en medidas a largo plazo. En España una de las mayores fuentes de trabajo para los bailarines es el teatro musical. Cada vez más compañías y centros de formación internacionales vienen a realizar audiciones. La profesión se mueve más que nunca y nuestro país sigue aportando al panorama escénico mundial grandes intérpretes y coreógrafos que triunfan, eso sí, allende nuestras fronteras.

Figuras como Tamara Rojo (nueva directora del English National Ballet), Nacho Duato (director del Ballet del Teatro Mikhailovsky en San Petersburgo y al frente, el año que viene, del Staatsballet de Berlín), Blanca Li (afincada desde hace años en París, donde tiene su propia compañía), Ramón Oller (del Ballet Hispánico de Nueva York) o Sol León (Nederlands Dans Theatre) son sólo algunos ejemplos del talento patrio.

Una verdad incómoda
Cabría preguntarse qué harán todos estos portentos cuando dejen de bailar. Cuestión baladí en España pero que ya se han planteado nuestros vecinos europeos y es merecedora de debate en Estados Unidos. Urge, por tanto, dar cobertura y apoyo a dicha transición profesional, antes de que los bailarines lleguen a preguntarse: ¿para qué? Y, si algo hemos aprendido de los países con mayor tradición, es que la primera medida ha de ser la integración de esta disciplina en la educación básica.

Por lo demás, la danza vive hoy inmersa en una vorágine de colaboraciones internacionales que apuestan por cambiar la escala del trabajo aprovechando nuevos espacios, apostando por una mayor libertad creativa y suplantando el aforo por la fidelidad en su lista de prioridades. La situación es inquietante, pero el potencial es enorme. Faltan subvenciones, más apoyo del sector privado y algo de público, pero sobra inteligencia, creatividad y disciplina. La danza vive en un i+d permanente, reinventándose en cada esquina. Nuestros bailarines y coreógrafos se podrían ir con la danza a otra parte, sí, pero España tiene mucho que más ganar si se quedan.


Celebraciones, paso a paso

Con ocasión del Día Internacional de la Danza, que se celebra el lunes, la Compañía Nacional de Danza, en plena gira española del Romeo y Julieta de Goyo Montero que acaba de triunfar en el Teatro Real, ha organizado una clase de ballet abierta en Matadero de Madrid. Su nuevo director artístico, José Carlos Martínez, y varios bailarines de la compañía acompañarán a los participantes de este taller en una serie de ejercicios al ritmo de todo tipo de músicas. El domingo se celebrarán los Asaltos de la Danza, una serie de breves acciones de danza aparentemente espontánea que tomarán plaza en distintos espacios del Museo Reina Sofía de Madrid y cuya filmación se distribuirá en tiempo real a través de diferentes plataformas de internet y redes sociales a fin de hacer la danza más visible y cercana a todo tipo de públicos. Esa misma tarde, el Teatro Campoamor de Oviedo recibe al Ballet Nacional de Lituania, fundado en el silgo XVI, para la versión revisada de Konstantin Sergeyev de El lago de los cisnes de Tchaikovsky. Repiten al día siguiente con Tristán e Isolda de Krzysztof Pastor para celebrar el bicentenario de Wagner antes de ceder el testigo, los días 9 y 10 de mayo, al Ballet de la Ópera Nacional de Burdeos de Charles Jude. Los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid se suman a la fiesta los días 1, 2 y 3 de mayo con Sem mim y O Corpo, espectáculo del Grupo Corpo que desde 1978 lidera Rodrigo Pederneiras que sublima el arte brasileño con una mezcla explosiva de ballet clásico y danzas folclóricas.

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