Dos damas de teatro


Fuente: Elisabet Sans (elpais.com)

Les separan dos décadas, pero las une 1988. Ese año, la carrera de Aitana Sánchez-Gijón despegaba gracias a su papel en la película Bajarse al moro, y, en octubre, nacía en Madrid Irene Escolar, en una familia que marcaría su destino. Ahora se han encontrado en el reparto de La Chunga, aunque no por casualidad. Aitana se enamoró de la novela de Mario Vargas Llosa al instante, y sin saber cómo podría enfrentarse a un personaje tan opuesto a ella, según confiesa, tuvo claras dos cosas. Debía convencer al Nobel de Literatura –con quien ya había hecho tres producciones, él también como actor– y hacerle creer que Joan Ollé podía dirigir su adaptación al teatro. Conseguido. Su siguiente paso fue llamar a Irene, solo ella podía ser la Meche de la obra. “Me transmitió tal entusiasmo y tal necesidad de que lo hiciera yo… recuerdo, incluso, dónde estaba cuando recibí la llamada. Fue una sensación de mucha responsabilidad y felicidad que apuesten tanto por ti, y más si es ella”.

“Ella” es una de las actrices más consolidadas del cine y del teatro español. Pero la admiración es mutua. Aitana (Roma, 1968) afirma sin dudar que no se ha cruzado con muchas jóvenes actrices como Irene. “Es el ejemplo de un camino acertadísimo. Está teniendo una carrera muy seria, muy rigurosa en sus elecciones, sobre todo porque apuesta por el teatro, su pasión, no se deja tentar por cantos de sirena”. Aitana, para quien los jóvenes actores deberían hacer más teatro, asegura que ella no necesita sus consejos.
Con solo nueve años, Irene se subió al escenario por primera vez. Nada extraño, teniendo en cuenta que tiene sangre Gutiérrez Caba. “Mi familia siempre me ha ayudado, no para que me dieran papeles, sino para entender la responsabilidad y la disciplina que conlleva esta profesión”. No siente el peso de sus apellidos, pero sí la presión de la responsabilidad. “No va a menos”, advierte Aitana. “Parece que con la experiencia, y si ya tienes una posición determinada, uno puede relajarse. En absoluto. Cada vez es un reto nuevo y la expectativa de la gente es mayor. Y hay que estar a la altura e, incluso, superarlo si puedes”.
Entre teatro, cine y televisión, las dos lo tienen claro. Es en el teatro donde encuentran los papeles que les gustan, los más completos. “Siempre ha habido personajes femeninos más fuertes, sobre todo a medida que cumples años. En el cine eres el objeto de deseo unos años, luego pasas a ser su madre”, lamenta Aitana. “De actriz buenorra nunca me ofrecen nada, creo que tampoco lo soy…”. Ante la sorpresa de Aitana, Irene añade: “Tampoco ando buscando eso”.
Aitana adora los ensayos y los momentos de creatividad que estos permiten, “querría ensayar siempre”. Irene se quiere quedar donde está, donde es feliz. “Estoy en la edad de formarme, ya habrá tiempo para ganar más dinero… el día que decida dar el salto será porque ya tenga una base sólida. Es una escuela maravillosa, no hay sitio donde esté mejor que aquí”.
Hasta el 16 de junio en un principio, y ahora hasta el 30 de junio ya que la función ha sido prorrogada, las dos actúan en el teatro Español de Madrid, donde han notado la bajada de público por la subida del IVA. Tras mencionar esa cifra maldita del 21%, se dirigen a sus camerinos. El de Aitana, decorado con una portada de la revista Rolling Stone con Don Draper y dos playmobil de sus hijos. A Irene, entre otras cosas, siempre le acompaña una foto de su abuela, Irene Gutiérrez Caba: “Cosas que te hacen emocionalmente vulnerable, el teatro es un lugar para estar totalmente abierto”.

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