SOLFATARA


CREACIÓN, TEXTO y INTERPRETACIÓN: MÒNICA ALMIRALL, ALBERT PÉREZ HIDALGO i MIQUEL SEGOVIA
DURACIÓN: 1h
PRODUCCIÓN: ATRESBANDES
SALA BECKETT

Sigue imperando la idea, cierta no digo que no, que tienes que salir a triunfar fuera, para que en tu casa te hagan caso. Y eso es lo que les ha pasado a la compañía Atresbandes. Después de triunfar en festivales de Birmingham y Kosovo presentan Solfatara durante tres semanas en la Sala Beckett. Cuando recibí la invitación no sabía de qué iba la obra, ni tema ni cómo estaba concebida. Acepté. A veces ir a ciegas al teatro te da sorpresas maravillosas. Esta ha sido una de ellas.

Salir maravilla, sumergirte en una historia con un ritme especial, ni lenta ni trepidante, pero todo funciona, permaneces inmóvil, impávido, sin saber qué pasará, con qué nos sorprenderán los personajes en la próxima acción. Nos cuentan que el texto nació de pequeñas improvisaciones, de ensayos como el resto de la obra. Y no se piensen, hay texto, pero lo más importante no es lo que se dice sino lo que no se dice y también importa cómo se dice. La importancia de los gestos, de las acciones más allá de las palabras. Estas, eso sí, escogidas con sumo cuidado, se dice pasan y por lo tanto, son importantes.

Una mesa, un par de sillas y dos micros. Solamente no hay fuegos de artificio, sino que el oficio es de los tres protagonistas. Situación trágica, dos personas que mantienen una relación amorosa y que llega el día en que no tienen nada que decirse. ¿Cómo lo solventarán? Para eso es necesario ir a comprobarlo, pero no os penséis que toda tragedia tiene su parte cómica y aquí se respira humor, y hay risas, muchas risas.

Mònica Almirall, Albert Pérez Hidalgo y Miquel Segovia salieron del Institut del Teatre con las ideas muy claras. Y lo han conseguido. Han creado una historia, una obra diferente de las que pueblan hoy en día las carteleras. Han creado todo un espectáculo. En el estreno, que es una de las peores funciones, hay nervios y no siempre las cosas salen como deberían, todo fue rodado. En una hora pudimos comprobar que los recortes nunca podrán recortar la imaginación. Que las nuevas generaciones de creadores tienen grandes ideas y si les dejan las pondrán en marcha. Después de la Beckett se irán a recorrer mundo, porque Solfatara es una obra universal. Una obra de esas que si te la pierdes, te arrepientes. Así que corred raudos y veloces a la Beckett, ya estáis tardando. No os arrepentiréis.

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