Blanca Li: “Cada momento artístico tiene que llevarme para delante”


Fuente: Carmen Rosa Fernández (elpais.com)
“Cada momento de mi experiencia artística tiene que ser único e inolvidable, y llevarme para delante”. Con esta filosofía lleva Blanca Li veinte años en París como directora de su propia compañía, pintando coreografías sin límites en las que el mundo que la rodea, su cotidianidad, ocupan el papel protagonista como inspiración de un imaginario que siempre es el suyo propio. Ese mundo lo alimenta hoy con la misma voracidad con la que grababa en su memoria las tablas durante sus años de gimnasta profesional, los arranques flamencos en su Granada infantil o los brincos callejeros en su vecindario juvenil en Nueva York. Porque Blanca Li es una depredadora de pasiones: las de la calle, las que caza en los viajes, o las que descubre al trabajar con otros artistas y que luego ella traduce en el lenguaje universal de la danza.
La coreógrafa ha encontrado un hueco mientras termina su nuevo trabajo, inspirado en los robots, y nos ha abierto las puertas de sus ensayos como parte del proyecto 'Impulso creativo'. Junto al director de cine Daniel Sánchez Arévalo y a la banda Marlango, participa en una serie de vídeos que muestran a artistas de distintos ámbitos en la intimidad de su proceso de creación. Una ventana abierta a las ideas, la conexión, la motivación, la inspiración y la pasión de los personajes de 'El País Semanal'. Tres historias, tres formas de crear y de reinventar para celebrar que la revista del domingo del diario EL PAÍS también se reinventa. A partir del 20 de octubre, presenta nueva cabecera, diseño, estructura, secciones y contenidos.
Blanca Li nació en Granada en 1964 y a los 12 años ya era profesional de la gimnasia, un mundo exigente del que se alejó para seguir trabajando con su cuerpo, pero mediante su hilo conductor desde entonces, la danza. Su primer objetivo fue aprender de los mejores y con 17 se instaló en el Spanish Harlem de Nueva York para acudir a la prestigiosa escuela de Martha Graham. En la Gran Manzana pasó cinco años y allí comenzó la fusión de las influencias flamencas, árabes y hip hop que ha marcado su carrera. De regreso a Madrid abre un bar, El Calentito, epicentro de la Movida y que su hermana Chus Gutiérrez tomará de inspiración para su película del mismo nombre. En 1992 Blanca es elegida para actuar en la Exposición Universal de Sevilla y de allí vuela a París para en 1993 montar nueva compañía y un estudio, de nuevo bautizado como El Calentito, su centro de operaciones desde entonces. En Francia la granadina despega internacionalmente con varias piezas, en particular su obra de hip hop Macadam, Macadam, que se convierte en referencia mundial del género. Le siguieron Alarme, Al Andalus, donde la acompañó la cantaora Carmen Linares, o Poeta en Nueva York que le valió un premio MAX.
Pero el universo Blanca Li no limita su espectro a los escenarios, es cineasta y asidua colaboradora de Jean Paul Gaultier, para el que imagina las coreografías de sus desfiles, y Michel Gondry, con el que ha trabajado en los videoclips de Daft Punk (suyos son los míticos pasos de Around the World) y Paul McCartney. También a ella le debemos los recientes contoneos de Los amantes pasajeros, de Pedro Almodóvar, otro de sus incondicionales, y de Beyoncé en su último trabajo publicitario. Óperas, spots de las marcas de moda más exclusivas o eventos como el Baile de la Rosa en Mónaco son otros de los formatos en los que esta artista multidisciplinar ha volcado su mirada en estas dos décadas de profesión.
“Nunca me ha gustado definir la danza contemporánea porque mi danza es la mía, es la que me he inventado y corresponde a mi manera de ver el mundo, que cambia igual que cambio yo”. Así explica Blanca Li el secreto de su constante reinvención, en la que lo único que se mantiene intacto es su esencia, esa que se envalentona cada vez que se reencuentra con una página en blanco. “Es el momento más íntimo, más difícil y más apasionante, el que transcurre desde que te preguntas ¿por dónde empiezo? hasta que tienes el primer borrador y arrancas la coreografía. Sientes el vacío y el pánico de empezar un nuevo proyecto pero para mí es la fase más bonita”.
Cuando Blanca Li habla de intimidad debemos, como con sus obras, desprendernos de cualquier idea preconcebida. “En mi caso mi intimidad siempre está compartida por un grupo de bailarines. La vivo con ellos”.
Tac-tac-tac-tac. En la sala contigua repiquetean sus nuevos compañeros de intimidad: robots. Robots músicos y robots bailarines ensayando con humanos para un espectáculo que sube al escenario el ‘más difícil todavía’, una coreografía cuyo Leitmotiv surgió cuando percibió que las máquinas lo dominan todo, desde cómo compramos a cómo viajamos y hasta cómo nos relacionamos. “Aquí mi reto fue preguntarme: ¿Puedo crear una emoción con las máquinas?” Su mirada dice que sí, que puede, porque ese músculo, como ella imagina la inspiración, está una vez más a pleno rendimiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario