Fuente: Esther Alvarado (elmundo.es)
"Casi todo está inventado", dicen. Pero no todo. Hace dos años Agora Studios inventó el Teatro en Serie. Inspirado en series de televisión, la aventura consistía en dividir una trama en cuatro capítulos (o, mejor dicho, agregarle capítulos a una trama) y extender la experiencia desde septiembre de 2012 a mayo de 2013. La obra se titulaba 'Días como estos', y se representaba en un lugar poco común: la librería La Buena Vida.
Toda idea, buena o mala, tiene un padre, y en este caso el creador es Luis López de Arriba, autor y director de aquella primera obra y de la segunda, cuyo primer capítulo puede verse los fines de semana(de viernes a domingo) en otro espacio singular La Trastienda(Sierpe, 2. Reservas: 616 51 16 14).
'La Casa de Huéspedes' supone el regreso de Teatro en Serie y su reinvención. Y es que, en esta ocasión se emite por capítulos (se estrena uno cada dos meses), pero cada capítulo tiene dos itinerarios: verde y rojo. De tal manera que el espectador comienza y termina el recorrido con el resto del grupo, pero hay un momento en el que el grupo se divide y cada uno ve escenas distintas. "Al final, todos han visto la misma obra, pero de distinta forma; unos han visto unas escenas y otros, otras, pero para todos tiene un sentido el final", explica el autor.
Un sentido, aunque no el mismo, puesto que cada grupo reacciona en la escena final ante distintos estímulos.
La obra (el primer capítulo de la misma, es decir) se titula 'Nuestros nombres' y está protagonizada por Marcos Fernández, Inma Gamarra, Nacho Rubio, Carlos Serrano, Fernando de Retes, Fran Calvo y Andrea Hermoso. Cuenta cómo un grupo de personajes dispares se dan cita en una Casa de Huéspedes.
Francisco, un hombre extraño y con un misterioso pasado, regenta una casa de huéspedes, la cual recibirá en cada capítulo la visita de unos nuevos inquilinos. En el primer capítulo, un hombre en busca de una nueva identidad y un extravagante trío familiar visitan la casa y viven un intenso fin de semana, después del cual sus vidas ya no volverán a ser iguales.
'Nuestros nombres' plantea la relevancia o falta de ella que tienen los nombres; quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Lo fácil que puede ser cambiar de forma cosmética de identidad y lo difícil que resulta en realidad sacudirse el pasado son otros dos de las cuestiones que tratan durante los 80 minutos de una trama en la que el desamor, el inconformismo se convierten en cómplices en esta aventura codirigida por Jorge Elorza.



No sé si habéis sido capaces de olvidar la gala ya, creo que tendré pesadillas durante un tiempo. Hemos pasado del tongo en los anteriores a la pesadilla en forma de mosca cojonera andante y cantante. 
Os dejo los premiados, muchos de los cuáles también vivieron en vivo y en directo la pesadilla...

Espectáculo de teatro: Un trozo invisible de este mundo. Producciones Cristina Rota S.A. y Teatro Español.
Espectáculo de teatro musical: La flauta mágica- Variaciones del Furbi. Compañía Dei Furbi / Baubo.
Espectáculo de danza: Lo real / Le réel / The real. Compañía Israel Galván.
Espectáculo infantil: El bosque de Grimm. La Maquiné.
Espectáculo revelación: The Funamviolistas. 8co80 Gestión Cultural S.L.
Autoría teatral: Pere Riera porBarcelona.
Autoría revelación: Juan Diego Botto por Un trozo invisible de este mundo
Adaptación o versión teatral:Carles Alfaro y Rodolf Sirera, por L’Estranger.
Composición musical para espectáculo escénico: Maika Makovski, por Forest.
Coreografía: Israel Galván, porLo real / Le réel / The real.
Dirección de escena: Carles Alfaro, por El lindo Don Diego.
Escenografía: Rebecca Ringst por Forest.
Figurinista: María Araujo porEl lindo Don Diego.
Diseño de iluminación:Valentín Álvarez, por Un trozo invisible de este mundo.
Actriz: Emma Vilarasau, porBarcelona.
Actor: Juan Diego Botto, porUn trozo invisible de este mundo.
Intérprete femenina de danza: Eva Yerbabuena, por¡Ay¡
Intérprete masculino de danza: Israel Galván, por Lo real / Le réel/ The real.
Empresa o producción privada de artes escénicas:Tanttaka Teatroa.

TEXTO y DIRECCIÓN: NÉSTOR VALENTE
INTÉRPRETES: GABRIL BECK, LIDE URANGA, CARLOS ROSAS, SOLEDAD BAUTISTA y JOSÉ PABLO SUÁREZ
DURACIÓN: 1h 25min
PRODUCCIÓN: BANFIELD TEATRO ENSAMBLE
TEATRO ROMEA

Iba con las recomendaciones de todo mi entorno que no desde julio llevaba diciendo que me estaba perdiendo una maravilla, pero como siempre no quería que las altas expectativas traicionaran el visitando. Se quedaron cortas. Salí maravillada, flotando seguía cuando llegué a casa y ni siquiera me llegan los adjetivos para describirla. 

De obra de arte, sencilla pero a la vez tan compleja, en ese enjambre de sentimientos, de vivencias y todas ellas teñidas de una naturalidad que para alguien no experto o que no acostumbra a ver intérpretes parece que no estén actuando. Y mientras los espectadores estamos, pero sin estar. No hay cuarta pared, simplemente parece que nos hemos colado sin querer en esta intimidad mostrada.

La dramatúrgia toma como muchas un hecho habitual, la cena de presentación de la pareja de su hija a sus padres para ir desgranando acontecimiento tras acontecimiento en una suma perfecta de acciones entre la cruda realidad y con un toque de surrealismo que despierta en numerosas ocasiones la risa del público.

Intérpretes de sobresaliente de esos que te encantaría encontrar en todos los escenarios por los que pasas. Los cuatro forman un bloque de unión de fuerzas donde nadie tiene más protagonismo que otro y el engranaje de voces, movimientos, expresiones y texto es simplemente perfecto.

Muy acertada la disposición a tres bandas y sí además tienes el privilegio de estar en primera fila, como una servidora, el 3D teatral no puede ser más auténtico. Los personajes te atrapan, los "tocas", en menos del primer suspiro ya te han atrapado. Y de esta red ya no saldrás en días. ¡Qué maravilla! Muchas gracias.

EL LOCO Y LA CAMISA

by on 14:59
TEXTO y DIRECCIÓN: NÉSTOR VALENTE INTÉRPRETES: GABRIL BECK, LIDE URANGA, CARLOS ROSAS, SOLEDAD BAUTISTA y JOSÉ PABLO SUÁREZ DURACIÓN...

Fuente: Maite Nieto (elpais.com)
Como Don Quijote, apelan a la épica y el humor para reflejar una realidad de tonos grises y buscar ideales que cambien el mundo. Su armadura es la palabra; la emoción, su fiel escudero, y los ‘gigantes’, los recortes que acechan a la cultura. Un nuevo teatro español apuesta por los invisibles, por el compromiso social sin pancartas y por la cercanía con un público que siente que le representa. Así es la generación que conquista el patio de butacas y cosecha los grandes premios de las artes escénicas.
No llevan armadura ni lanza, tampoco montan el famélico caballo del personaje de Cervantes, pero representan el espíritu entre épico, trágico y cómico del hidalgo de La Mancha. Son seis actores, autores y directores de escena, nuevos quijotes del teatro español que, como la mítica novela del siglo XVII, rebuscan en la realidad más cercana intentando encontrar ideales que muevan el mundo. Hacen visible lo que, consciente o inconscientemente, dejamos de lado para no tener que preocuparnos por ello, y exponen ante los ojos de los espectadores que van a ver sus obras un contexto social que no deja indiferente, que busca la reflexión y que invita a preguntarse qué es lo más cuerdo o lo menos loco.
También se enfrentan a sus propios gigantes, que en este caso no son imaginarios: el 21% de IVA que grava desde julio de 2012 cualquier producto cultural y la crisis económica, que aleja a los espectadores de las salas y cercena las programaciones de tantos centros de cultura municipales construidos en tiempos de bonanza, son los poderosos molinos contra los que deben luchar para poder sacar adelante sus producciones. Pero creen en el teatro vivo y buscan alternativas. Salas más pequeñas, producciones ajustadas, la grandeza de la palabra frente a la fuerza visual de las escenografías impactantes… Artimañas de titiriteros para encontrar las rendijas por las que colarse para seguir contando lo que quieren.
Juan Diego BottoSergio Peris-MenchetaTristán Ulloa, Esteve Soler, Juli Disla y Jaume Pérez pertenecen a una misma generación y, además de estar nominados a distintas categorías de los Premios Max 2014 –los máximos galardones de las artes escénicas en España–, comparten pasión por el teatro y una forma similar de entenderlo.
¿Representan una nueva dramática? Ellos opinan que no, que el teatro siempre ha hecho lo mismo, hablar de lo que percibe a su alrededor. Pero son conscientes de que no son tiempos de mensajes mesiánicos, de que el espectador no está por la labor de espectáculos que partan de la idea de “yo te voy a dar las soluciones”, y por eso sus obras juegan con el humor, las emociones y la honestidad. Con la necesidad de los propios autores de decir, precisamente ahora: “Esto no está funcionando bien y entre todos debemos pensar cómo podemos resolverlo”. El vehículo puede ser una trama de exilio y emigración –Un trozo invisible de este mundo–; una historia de amor de una pareja que huye del corralito argentino –En construcción–; una asamblea que debe decidir si apoya “el concierto”, un acuerdo que nunca se termina por saber en qué consiste porque es lo que menos interesa –La gente–, o una sucesión de escenas cortas que hablan de nuestros horrores contemporáneos –la trilogía Contra el progreso, Contra el amor y Contra la democracia–… Lo que importa es que el espectador sienta, sufra y ría a partes iguales, y que cuando se cierre el telón tenga la necesidad de hablar de lo que ha visto y de pensar sobre ello. A veces, hasta de cambiar alguno de sus hábitos mecánicos de vida.
Los seis se reunieron en torno a una mesa en las instalaciones de la madrileña Sala Mirador, cuya programación dirige desde principio de temporada Juan Diego Botto, para charlar de lo que saben y les interesa: arte, teatro y vida.
Juan Diego Botto. No me siento descubridor de ningún tipo de nueva forma de entender el teatro. Lo que hacemos es poner foco a aspectos de la vida que normalmente no se miran.
Tristán Ulloa. En mi caso, queríamos contar una historia de amor, pero es verdad que está enmarcada en un contexto de dos inmigrantes que superan juntos las adversidades. El teatro siempre ha tenido que servir de reflexión y de espejo, más allá del entretenimiento. Creo que nuestras obras lo hacen, utilizando recursos más pequeños, echando mano de nuestro dinero, sin grandes montajes…
Juli Disla. Una parte del teatro puede ser solo divertimento, pero otra parte puede ser esto, y la grata sorpresa es que ha conectado con el público.
Jaume Pérez. La realidad que estamos viviendo te está pegando directamente una hostia y no puedes volver la mirada hacia otro lado. No somos diferentes del resto de la sociedad; nosotros también somos invisibles. Antes lo social se atribuía mucho a la denuncia de lo que les pasaba a otros. Ahora el espectador se está dando cuenta de que ese otros puede ser uno mismo.
Esteve Soler. Hoy día, para no indignarse, deberíamos no ser humanos. De hecho, la gente que no se indigna denota elementos de inhumanidad.
Sergio Peris-Mencheta. Las mismas nominaciones de nuestras obras reflejan un cambio y una apuesta por un tipo de teatro, que quizá obedece a que los que han realizado la selección se han mojado en cierto sentido. Creo que hay algo que entronca con hacer partícipe al público desde otro lugar.
La visión de Antonio Onetti, presidente de la Fundación SGAE y miembro del comité de los Premios Max, a los que optan estos creadores, va por el mismo camino: “El teatro responde a la necesidad del individuo cuando se hace preguntas. La dramaturgia española tiene una gran calidad desde hace años, pero ahora la oferta es más variada que nunca porque la crisis genera encontrar nuevas formas de comunicación y nuevos lugares donde hacerlas. La variedad y la calidad están llevando a mucha gente a las salas, pero los profesionales no lo tienen fácil. El esfuerzo es titánico”.
En España se producen unas mil obras de teatro todos los años, según cuenta José Luis Alonso, dramaturgo y presidente en funciones de la recién estrenada Academia de las Artes Escénicas de España. “Una de las posibilidades del teatro es ser espejo y espía”, apostilla, “por eso estas obras han merecido la aprobación del público, porque tratan temas que escuecen y con ellos crean material dramático. Tenemos que sacar a la luz esas cosas escondidas con las que, a pesar de su dureza, convivimos cómodamente”.
El autor Juan Mayorga meditaba al respecto a finales del mes pasado en la cadena SER y resumía con sus palabras la esencia de un tipo de arte en el que podríamos encuadrar a los seis protagonistas de este reportaje: “Siempre digo que el teatro debe ser capaz de escuchar al mundo, pero no devolverle su ruido, sino poesía. Este género se ha redescubierto como la capacidad de encuentro entre un actor elocuente y un espectador que quiere ser cómplice, y eso nos convierte en muy poderosos”.
Los ajustes en medios, incluso en personajes, que ha impuesto la crisis y los recortes públicos no son una buena noticia, pero han empujado a representar obras –como las cuatro que nos ocupan– en salas más pequeñas, donde los espectadores palpan la emoción de los actores y se sienten salpicados por sus reacciones, como si les hablaran solo y directamente a cada uno de ellos. Sergio Peris-Mencheta refuerza esta idea: “En Un trozo invisible de este mundo, el público es protagonista desde el principio. En nuestro caso, se le sienta en el lugar del emigrante; en el de La gente, se les sitúa en la asamblea… Hay una invitación a tomar partido y no solo pasar un rato como voyeur. No se obliga, se invita a participar con humor, con mala baba, con sarcasmo. Y la realidad es que hay mucha demanda de querer decir: ‘Yo formo parte del asunto”.
Botto introduce en la conversación una frase de Albert Camus que repite siempre que tiene oportunidad: “Un personaje de La peste dice que hay épocas en las que la indiferencia es criminal. Creo que esta es una de ellas. Y no nos referimos a crueldad intelectual, sino a la de un sistema que afecta a gente que tú conoces. Un colega que no tiene trabajo, un hijo que tiene que irse fuera a buscarse la vida, un conocido al que han repatriado por no tener papeles… No son cifras en un periódico. Ante esto es muy difícil permanecer indiferente, y cuando uno escribe teatro habla de lo que le emociona y le interesa”.
Surge una pregunta casi obvia: ¿por qué ha sido el teatro precisamente el que más se ha implicado en la batalla de servir de altavoz social?
Botto. El teatro es rápido y barato de hacer. En tres meses puedes tener la pieza terminada; otra cuestión es conseguir distribuirla, tener un espacio para representarla… En cine, por ejemplo, desde que escribes un guion hasta que consigues financiarlo pueden pasar cuatro años en el mejor de los casos.
Ulloa. Este medio aporta una libertad creativa muy importante. Yo no sabía de qué manera ni dónde, pero iba a hacer En construcción sí o sí, y además tenía claro cómo lo queríamos. Es lo bueno de ser el mayor responsable; lo único que te falta es un escaparate donde mostrarlo, y si no consigues sala, estamos dispuestos a hacerlo en el salón de nuestra casa. No es que la precariedad de medios estimule la imaginación, es que es ya un estado de las cosas.
Pérez. Los vínculos sociales estaban rotos por el individualismo de la masa y nos encontramos asistiendo a la necesidad de reconstruir lo que de alguna manera se están cargando. Antes ganaba la autosuficiencia, ahora nos hemos dado cuenta de que no se sostiene en pie. Se ha realizado la utopía de este capitalismo con el que se supone que habíamos alcanzado los topes y mira dónde hemos llegado.
Disla. Lo que no sé es cuánto se puede sostener esto en el tiempo. Con un proyecto como el nuestro, si te sale más o menos bien, vas a un par de festivales, haces algo de gira… Pero, a no ser que tengas otra proyección audiovisual, es difícil mantenerse. A mí me gustaría poder vivir de lo que sé hacer.
Juli ha metido el dedo en una herida abierta que afecta a todos, incluso a los profesionales más famosos del grupo. Según un reciente estudio de la Fundación AISGE, la entidad que gestiona los derechos de propiedad intelectual de actores, dobladores, bailarines y directores de escena, casi el 73% de los actores y actrices españoles no logran vivir de su profesión y el 55% no alcanzan los 645 euros mensuales considerados como salario mínimo interprofesional. José Luis Alonso recuerda una frase de los clásicos: “Da más un duro que un desnudo”. O lo que es lo mismo, con dinero siempre se funciona mejor. “En el arte, la buena voluntad no lo es todo”, explica, “estamos en el agujero negro de una economía empobrecida. En un teatro hace falta luz, técnica, comer… Se está produciendo un deterioro brutal, y no estoy diciendo que sea peor situación que la del resto de la sociedad, pero la cultura es muy necesaria y hay que conseguir dignificarla y dimensionarla de nuevo. La puñalada del IVA indignaría menos si no se hubiese impuesto a un mendigo al que ya le has quitado todas las ayudas, le has cerrado los circuitos y encima le estás diciendo como Administración que te estás ocupando del problema y no haces nada. Es casi de risa”.
“¡Con la Iglesia hemos topado, Sancho!”, que diría el hidalgo Don Quijote. Las voces se suceden para explicar los detalles del problema.
Botto. Lo que decía antes Juli es muy cierto. Nuestros espectáculos están nominados a un premio importante, el nuestro en concreto ha ido muy bien, pero vivir de esto… Mantener ahora mismo una sala es casi imposible. Para sentarte a escribir una obra tiene que tener garantizadas otras cosas, la nevera llena, un poquito de agua caliente y calefacción…, y eso te lo ponen muy difícil.
Ulloa. La gente cree que se gana una pasta y no es así. A cada recaudación hay que quitarle el 21% de IVA, el 10% de autores, otro 10% del porcentaje que se llevan las ventanas de ventas que cada uno utilice, más luego la sala… Con el 15% restante hay que pagar a los empleados. Si tienes una buena gira, consigues amortizar, pero que una pequeña o mediana compañía se abra camino es prácticamente imposible en las condiciones que ha puesto la Administración.
Soler. Pero ¿es igual en otros países de Europa? La respuesta es no. En el modelo inglés, el Estado da muy poco dinero para la cultura, pero existen medidas que permiten que las inversiones privadas desgraven. En Francia, las primeras 40 representaciones no pagan IVA, y luego existe un baremo bajo que permite subsistir. Otros modelos están basados en la subvención pública. En España, lo que ocurre es que alguien ha decidido que el modelo no debía existir, y en ese silencio está la perversidad absoluta.
Peris-Mencheta. Estamos hablando de los que gobiernan y del daño que están haciendo a la cultura. Pero el problema de verdad es mañana.
Botto. La cultura es una forma de aprendizaje social necesario; si no fuera útil, habría desaparecido. No entender eso y tratar de acomodar el espacio cultural y lo que significa a una cuestión monetaria no es algo ingenuo ni naif, tiene consecuencias dramáticas. Porque del mismo modo que se entiende así la cultura, se entiende la educación, y los conceptos de utilidad terminan por eliminar la filosofía, el latín o la música y concebir la cultura y la educación como algo que tiene que proporcionar un provecho económico y no como lo que da riqueza e identidad a una sociedad.
Ulloa. El teatro, la cultura en general, es un proyecto de emancipación de la sociedad, y eso a un Gobierno como este le da mucho miedo.
Soler. De hecho están haciendo un control del lenguaje. Hay palabras que no se utilizan, personajes que no se exponen en público. Acordémonos de flexibilización, crecimiento negativo, desaceleración…
Ante estos eufemismos estallan las carcajadas. Y vuelve el optimismo porque deciden que los siempre visibles no son los protagonistas en sus obras. Sergio Peris-Mencheta nos devuelve al teatro, a ese lugar “donde se abre el corazón de las personas y donde el humor es la manera que hemos encontrado para que el espectador empatice con lo que ocurre. Cuando nos podemos reír de lo que pasa, con lo que pasa y desde lo que pasa, nos sentimos parte del asunto”.
El lunes 26 de mayo, el Teatro Circo Price de Madrid se convertirá en un cabaré “de cuero, carne y pinchos”, como lo define Mariano de Paco, el director de escena encargado este año de la gala de los Premios Max.Acróbatas, bailarines, actores y música perseguirán que el público presente en la sala y quienes sigan el espectáculo por La 2 de TVE disfruten más y tuiteen menos. Algunos de nuestros seis personajes se llevarán el galardón a casa y otros esperarán, al menos, que la nominación dé algo más de vida a sus espectáculos. Pero todos ya tienen un premio: la respuesta que han recibido de los espectadores; la posibilidad de generar pequeños cambios. Como les ocurrió a Juan Diego y a Sergio al finalizar la representación de su obra en Mataró cuando una señora les dijo: “Aquí tenemos más de un 20% de inmigración, pero yo a la gente de mi escalera que son negros nunca los he saludado. A partir de mañana les voy a decir: ‘Hola, ¿cómo estás?”.
“No vamos a cambiar el mundo”, dice ­Botto, “pero si consigues despertar una inquietud… No hacemos teatro para que venga a verlo el ministro de Hacienda, hacemos teatro para la señora de Mataró que mañana va a hablar por primera vez con sus vecinos”.


Fuente: EP via lavanguardia.com

El 38 Festival Grec de Barcelona, que se celebrará del 1 al 31 de julio, contará con el espectáculo The Fountainhead de la compañía holandesa Toneelgroep Amsterdam, que el pasado año llevó a Barcelona Tragedias Romanas.

La compañía liderada por Ivo Van Hove presentará del 2 al 4 de julio en el Teatre Lliure un montaje que ilustra la lucha sobre dos arquitectos y que está basada en el 'best seller' de Ayn Rand de los años 40, ha concretado en rueda de prensa el director del festival, Ramon Simó.

Simó ha avanzado que esta edición estará llena de mezcla de géneros y lenguajes y que contará con muchas piezas recién estrenadas y algunos estrenos internacionales, con siete coproducciones internacionales.

El certamen teatral también incluirá la revisión del texto 'Las Criadas', de Jean Genet, a cargo de la compañía coreana Sadari Movement Laboratory, un singular teatro físico con videproyecciones; como de Corea llegará a Barcelona la danza contemporánea y 'hip-hop' con una particula visión de 'El Lago de los Cisnes' de la mano de Ahnsooyoung Company. También irá de danza contemporánea la propuesta de Hofesh Shechter 'Sun', que aborda el colonialismo con 14 bailarines; mientras que la danza confluirá con el teatro en 'Tauberbach' donde Alain Platel dirigirá Les ballets C de la B y la actriz holandesa Elsie de Brauw en un espectáculo que transcurre en un vertedero.

El Grec coproducirá en esta edición 'Vader (Padre)' sobre las relaciones paternales, de la prestigiosa compañía de danza belga Peeping Tom, que dirigirá Frank Cartier, y que implicará que este grupo se desplace a Barcelona para establecer "relaciones profesionales", ha avanzado. También es una coproducción 'Le Capital', del director de culto Sylvain Creuzevault y la compañía francesa D'ores et dejà que, con teatro improvisado, llenarán de comedia 'El Capital', de Carl Marx, "con una fuerza interpretativa muy especial", y amparándose en diversos personajes de la historia del 1848 francés saltando después a la contemporaneidad.

Una cena de burgueses franceses es la propuesta 'Ubu Roi', del director de la compañía Cheek by Jowl, Declan Donnellan, quien ha dado una vuelta de tuerca a su estética y a su forma de hacer teatro; a la vez que los australianos Circa -que abrieron la pasada edición- regresan con una propuesta circense "más convencional", 'Beyond'. El circo también tendrá su espacio con la experiencia musicoacrobática 'Disbarat!', de Cacophonic Pictures y Karl Stets; 'Rudo' con cajas y vientos con Manolo Alcántara, y el homenaje a Monti, 'Rhum', en el que trabajaba cuando murió.

La figura de tango Mora Godoy bailará una 'Noche de tango' en el Teatre Grec en una colaboración con Buenos Aires, que aunará música y danza, ha explicado Simó, que ha resumido que todos estos nombres configuran el "camino internacional" del festival, a las que se suma la ya anunciada propuesta de apertura 'M.U.R.S.', de La Fura dels Baus, entre otras.

Ramon Madaula dirigirá a Julio Manrique con la propuesta 'La partida', de Patrick Marber en coproducción con el Teatre Romea, en una metáfora entre una partida de póker y la vida, ha concretado.

El director Sergi Belbel estrenará en el Grec 'Vells temps', un texto del Nobel de Literatura Harold Pinter sobre la memoria y la fragilidad de las relaciones humanas encabezado por Sílvia Bel; será novedad también la coproducción 'A Krum', del "potentísimo" autor israelí Hanoch Levin, con Pere Arquillué y Rosa Boladeras bajo la dirección de Carme Portacelli.

Blanca Portillo interpretará a la madre de Jesús en la adaptación de la novela 'El testamento de María', del irlandés Colm Tóibín y con dirección de Agustí Villaronga; y José Sanchis Sinisterra extrenará 'Bartolomé encadenado', que revisa el mito de Prometeo con Lluís Soler y Manel Barceló. Josep Maria Miró vuelve al Grec con 'Nerium Park', la pieza con la que ganó el Premi Quim Masó; mientras que la 'Victòria d'Enric V', de Pau Carrió desplegará un Shakespeare de juventud, y los directores teatral y musical Xavier Albertí y Alberto García Demestres, respectivamente, aterrizarán con la ópera 'Elipsis', entre otras producciones.

El Grec también apostará por el teatro musical con los montajes 'Merda d'artista', 'Nit de musicals', 'Onze.Nou.Catorze (1714)' y 'Nevares en concert', además de albergar nuevas sorpresas de las que ha avanzado, por ejemplo, la celebración del 40 aniversario de la compañía Dagoll Dagom. El alcalde de Barcelona, Xavier Trias, ha explicado que este festival es una "apuesta decidida" por la ciudad y una forma de hacer accesible el teatro a todos los ciudadanos, con descuentos y abonos. "Tenemos que conseguir que Barcelona sea un foco cultural de primer orden", ha dicho el alcalde, que ha subrayado las más de 70 propuestas de verano para la ciudad.

Por su parte, el teniente de alcalde de Cultura, Jaume Ciurana, ha explicado que el Grec es, sobre todo, un festival de creación contemporánea, aunque ha destacado también la capacidad internacionalizadora de éste, y ha concretado que el presupuesto de este año son 3 millones de euros, con 79 espectáculos -35 coproducciones-.


Fuente: Julio Bravo (abc.es)
Juan Mayorga es un dramaturgo en permanente estado de atención. Cualquier situación anómala, como que en la mesa contigua del bar del hotel donde se desarrolla la entrevista una mujer se haya echado a dormir con un antifaz puesto, excita su imaginación y ya ve en ella una escena teatral. Y diríase que mira también al entrevistador buscando en sus ojos al personaje que todos llevamos dentro. Juan Mayorga acaba de estrenar (en su caso, es el verbo más adecuado) «Teatro 1989-2014», un volumen editado por La uÑa RoTa que recoge veinte de sus textos, prácticamente toda su producción escénica. Mira el libro que está sobre el velador y liga palabras de gratitud con sus sentimientos actuales: «Es emocionante ver mis obras editadas así; al principio iba a ser una antología más breve». Y añade que al revisar los textos, ha descubierto «senderos inesperados de unos a otros, ecos, resonancias, tensiones... De manera que no es una mera recopilación de veinte textos, sino que el propio libro es una obra».
¿Es difícil, cuando se escribe teatro, cerrar en un momento la obra?
Nunca doy por cerrado un texto, porque es la propia vida la que los reescribe. Reescribir es para mí, fundamentalmente, tachar; descubrir que lo que se expresa en dos frases puede ser sintetizado, y de forma más elocuente, en una. Y que una frase puede ser sustituida por un gesto. Que una acotación es superflua porque limita las posibilidades a un actor, o le conduce de forma autoritaria por un camino determinado. Las puestas en escena me enseñan mucho: las preguntas que me hacen los actores, el diálogo con los directores, escenógrafos, iluminadores, vestuaristas... Y por supuesto, el espectador. Y finalmente, me enseña la propia vida, que me hace descubrir qué es lo relevante y qué es lo superfluo. qué debe ser desarrollado y qué debe ser despreciado.
¿Un autor tiene respuestas para todas esas preguntas que le pueden hacer los actores, o el texto y los personajes pueden haber tomado vida propia?
Una de las primeras veces que me encontré con la pregunta de un actor fue cuando un intérprete británico, en una lectura dramatizada en el Royal Court de Londres de la versión inglesa de «El jardín quemado», me preguntó si su personaje, un poeta republicano que iba a ser víctima de la guerra civil, era de extracción social humilde, como Miguel Hernández, o burguesa, como García Lorca. Aquello me impresionó: la profesionalidad, el rigor y el compromiso con su oficio que tenía este actor que, al fin y al cabo, solo iba a hacer una lectura dramatizada; pero estaba tan informado como para hacerse esa pregunta, cuya respuesta le iba a llevar de algún modo a un tipo de interpretación u otra. Yo no me había hecho esa pregunta, que me llevó a releer el texto y a cuestionarme si debía introducir o no un signo que la responda o si, al contrario, era mejor seguir con la duda y dejar la respuesta a la responsabilidad del actor. Volviendo a su pregunta, uno no siempre tiene respuesta para esos interrogantes, pero son ricos y pueden alimentar el texto o, simplemente, hacer que el autor se haga más consciente de lo que ha escrito. Yo digo muy a menudo que el texto sabe cosas que el autor desconoce. Uno escribe un texto inevitablemente limitado y lo fascinante en el teatro es que intervienen distintos creadores que introducen sus propias preguntas, preocupaciones y anhelos hasta que, finalmente, el espectador lo complete de una forma siempre imprevista.
¿Siempre se han enriquecido sus textos en la puestas en escena?
No siempre. Una opción que yo tomo es que el texto sea lo más abierto posible. Que en él solo esté lo innegociable, y dejar al director y los actores -y en último término los espectadores- grandes espacios de responsabilidad y libertad. Cuando entregas textos muy abiertos te arriesgas más a la interpretación, y ésta es en ocasiones empobrecedora y reductora. Pero en otras ocasiones aparece lo imprevisto, y eso te produce una gran felicidad.
¿Hay algún texto del que, si no se arrepiente, sí volvería a guardar otra vez en el cajón?
Entregar un texto a la edición o la escena es un gesto de compromiso; uno se compromete con sus palabras. Creo que los veinte textos que componen el libro, con todas las dudas que pueda tener acerca de ellos y de mi competencia como autor, pueden dar ocasión a que un director y unos actores creen esa experiencia poética que llamamos teatro. Pero hay textos que tengo en el cajón y no están en este libro. Y sobre obras como «La tortuga de Darwin» he tenido muchas dudas; pero, al revisarla, al corregirla en cierta medida, siento que con todas sus fallas es un texto que puede entregar algo al lector. A día de hoy, mayo de 2014, no me siento avergonzado de ninguno de estos textos, pero siento muchas dudas acerca de varios de ellos, que tienen que ver con mis dudas acerca de mi propia capacidad.
¿Pero a estas alturas tiene dudas sobre su capacidad?
Sí, por supuesto. El otro día me regalaron una antología de textos teatrales del siglo XVIII, y me dí cuenta de que autores que entonces estaban en boga. y fueron considerados en su momento como grandes triunfadores, simplemente no cuentan nada para nosotros. Yo escribo teatro porque me hace feliz escribir teatro, desde el acto mismo de escribir, de imaginar, de estar encerrado volviéndome loco -creo que escribir es eso, encerrarse y volverse loco, para luego compartir tu locura con los demás-. Y también me hace feliz ver que alguno de mis textos provocan reuniones. Saber que alguien en Rumanía a quien no conozco se ha sentido interesado por «Cartas de amor a Stalin» y ha dedicado un tiempo a ponerlo en pie. Eso me hace sentirme útil y que sienta una cierta confianza en lo que hago, pero no elimina mis dudas.
Vista su trayectoria, su capacidad de comunicación con su sociedad es incuestionable. ¿Lo que le preocupa es trascender?
Uno ha de ser modesto y conocer sus límites, pero al mismo tiempo ser ambicioso. Y eso significa escribir no solo para tus contemporáneos, sino para otros lugares y otros tiempos. Me alegra ver que una obra como «Cartas de amor a Stalin», que se estrenó en 1999, se siga haciendo en 2014 y haya sido capaz de ganar la batalla al tiempo. Yo quiero ser útil. Voy a decir algo que puede sonar grandilocuente; todos los hombres son tus contemporáneos, también los hombres del pasado. Bulgákov, Teresa de Jesús, los judíos que fueron víctimas del holocausto -todos ellos personajes de alguna de mis obras- son mis contemporáneos, y también los hombres del futuro. Escribo también escribo para ellos, con la ambición de que mis textos venzan al señor tiempo. Y eso es compatible con todas mis dudas sobre mi competencia, que me hacen tener un afán permanente de corrección, de pelea con los textos.
¿A la hora de escribir, es metódico o anárquico?
¿Qué puedo decirle? No lo sé. Le puedo contar cómo escribo. Escribo cuando hay un impulso, una imagen, una idea, una historia, que me gana. Sé que las condiciones ideales de trabajo son haber dormido bien, haber incluso hecho algo de deporte, y estar solo y sin ruidos. Pero si uno espera esas condiciones escribiría muy poco. Yo ahora llevo encima mi próxima obra, «Famélica legión», y si tengo un rato me pongo a darle vueltas. Muchas de las ideas mueren, pero una se queda, no te abandona, se convierte en tu veneno y te va poseyendo. Luego, de forma más o menos azarosa, se va alimentando de cosas que te ocurren en la vida. Por ejemplo, usted y yo estamos hablando en el bar de un hotel y junto a nosotros hay una chica que, sorprendentemente, se ha puesto a dormir con un antifaz en medio del follón que hay aquí. A lo mejor, un día, este personaje ingresa en una obra en la que los que la acompañan no son un periodista y un autor de teatro, sino quién sabe... El autor es un medium que va integrando elementos. Pero hay un momento en que llevas el texto al papel y tomas decisiones sobre él. En casa tengo una carpeta con cientos de notas, porque una vez que he descubierto a los personajes les voy incorporando muchas cosas, y los ves en todas partes. Hay algo que es importante para mí: descubrir la forma de la obra: encontrar el espacio en el que se va a desarrollar la situación, el tiempo, cuántos personajes van a ser necesarios, que lenguaje les vas a dar; y eso sí que es un trabajo muy consciente. Ahí sí que tomo decisiones de las que puedo responder. Y en este sentido sí puedo decir que soy racional, pero decir que soy metódico es discutible. Podría parecer que tengo un método, y no lo tengo. Cada asunto, cada personaje, cada tema, exige unas estrategias singulares. Algo muy importante para un autor, y supongo que para cualquier artista, es ponerse a la escucha, y no formatear el material; estar abierto a las posibilidades del desarrollo.
Al releer sus obras, ¿se ha descubierto a sí mismo en frases o personajes que pensaba que no tenían que ver con usted?
De alguna forma, este libro es un autorretrato, muchas veces inconsciente, pero más veraz probablemente del que hubiera escrito si me hubieran encargado mi autobiografía. Aquí está mi vida, o al menos estos años de mi vida, porque inevitablemente están aquí, con gran intensidad, mis preocupaciones, mis anhelos, mis tensiones, mis sueños...Hay textos que están fuertemente reescritos, con revisiones muy acusadas. En particular, «Más ceniza» y «Siete hombres buenos». En esta última hay una luz que no estaba en la versión anterior, y eso tiene que ver con que siento que hay más luz en mi teatro, y probablemente en mi vida.
¿Recuerda la primera vez que se planteó escribir una obra de teatro, y qué le llevó a ello?
Yo escribía, como tanta gente, narrativa y poesía. Pero siendo un espectador apasionado -yo lo que ahorraba me lo gastaba en ir al teatro- que escribía, era natural que ensayase el teatro. Al final de mi adolescencia ensayé alguna pieza. Recuerdo una que se llamaba «Los caracoles» y otra que se titulaba «Albania». Y otra, ya más compleja, que se llamó «El pájaro doliente». Ninguna de las tres han llegado a escena ni se han editado, y probablemente nunca lo harán. Pero sucedió que en un cierto momento se me ocurrió una situación: un grupo de hombres exiliados que se reúnen todos los viernes para tomar decisiones sobre un país que no gobiernan pero al que sueñan volver, cuando se produce la noticia de un golpe de Estado y se despierta la esperanza, la ilusión y el miedo a volver. Yo pensé que esa historia tenía forma teatral, y así escribí «Siete hombres buenos». Tenía 21 o 22 años. Presenté esta obra al premio Marqués de Bradomín, donde obtuve un accésit, y eso me llevó a conocer el mundo del teatro. Ahí empezó todo. Y cada vez siento más placer en escribir teatro, y más compromiso con este arte.
Y ha podido vivir del teatro, porque usted era profesor de Matemáticas en un instituto.
He tenido esa suerte, sí. Como dice uno de mis personajes, Volodia, no hay nada más parecido a la vida que el teatro, y la vida y el teatro se alimentan permanentemente. Escribir teatro, versionar textos, hablar de teatro, enseñarlo... Dialogar sobre teatro es dialogar sobre las posibilidades de la vida. Y hacerlo es un privilegio.

Fuente: Esther Alvarado (elmundo.es)
Ahí le tienen: 400 años después de muerto, Félix Lope de Vega y Carpio sigue publicando comedias. Ahora, además, en versión 2.0.
Hace cuatro meses publicamos la noticia del descubrimiento de 'Mujeres y criados', una obra del Fénix de los Ingenios que, aunque figuraba en los catálogos más amplios de sus comedias, estaba desaparecida. Nadie la había visto nunca representada ni recordaba haberla leído. Era uno más de los muchos títulos dramáticos que escribió (se dice que unos 1.500) y de los que no se sabe nada.
Hoy la tenemos, por fin, en versión de papel, gracias a la editorial Gredos, y en edición digital en la página web de Prolope, de donde puede descargarse gratuitamente.
Fue el investigador de la Universidad de Syracuse (EEUU) Alejandro García Reidy quien realizó el descubrimiento y ayer lo presentó brillantemente en la Biblioteca Nacional de España, donde, por cierto, se custodia con celo el documento, y quién sabe cuántas cosas más. "Aquí hay un fondo editorial dramático extraordinario y además nos dejan venir a trabajar", bromeó Alberto Blecua, director del grupo de investigación Prolope, de la Universidad Autónoma de Barcelona, al que pertenece Reidy. "Es un texto sin puntuación, derivado directamente de los autógrafos originales de Lope", añadió.

Siguiendo el rastro

Aunque para los expertos salte a la vista, en realidad un descubrimiento de ese tipo necesita de una investigación cuasi policíaca, como la que realizó Alejandro.
Estaba trabajando en el proyecto CATCOM (que completa las bases de datos de teatro de los siglos XVI y XVII), dirigido por la profesora Teresa Ferrer, cuando cayó en sus manos un poder notarial firmado por Pedro de Valdés (reconocido empresario teatral) en 1615, donde autorizaba a Juan de Saavedra a que realizase en su nombre algunas gestiones, entre ellas denunciar a quien representase las comedias del repertorio de su compañía, y entre ellas cita 'Mujeres y criados'.
Alejandro consultó diversos catálogos y anotaciones, y siempre que aparecía dicho título se atribuía la autoría a Lope de Vega. Incluso en el catálogo de las "Comedias auténticas" que escribió el propio Lope aparecía. Pero, ¿dónde estaba el texto?
Sin mucha esperanza, pero por empezar por algún sitio, el investigador acudió al catálogo de comedias manuscritas de la Biblioteca Nacional, buscó allí y... voilá! Había una obra registrada con ese nombre y fechada en 1631. Inmediatamente pidió consultarla.
"El manuscrito se conservaba en buen estado, estaba copiado por una sola mano con letra del siglo XVII", explicó ayer. En la última página está anotado que se terminó de copias el 8 de diciembre de 1631 en Barcelona, pero ni palabra de la identidad del autor o del copista.

Examen caligráfico

La investigación de un texto tan antiguo empieza, pues por las peculiaridades caligráficas, y para eso García Reidy contaba con una herramienta fundamental: Manos Teatrales, un proyecto dirigido por la profesora Margaret R. Greer (Universidad de Duke) que codifica por los rasgos distintivos de sus letras las manos de los copistas. Había una R vibrante, escrita como una uve y con un travesaño central como el de la H. "En Manos Teatrales sólo teníamos un puñado de copistas que la usaban y, combinados con otras letras, sólo había uno". Pues sí, el mismísimo Pedro de Valdés (el del poder notarial).Atribuido quedaba, pues el poseedor del manuscrito y, el autor, apareció en los últimos versos del mismo.
"Aquí puso fin Belardo / a lo que pasa en el mundo / por mujeres y criados". Belardo no es ningún personaje de la obra; es el pseudónimo más usado por Lope de Vega. Eureka. Por fin Lope, como se creía. Pero un pseudónimo no es una certeza, es un "indicio", así es que el investigador se aplicó en el "estudio métrico del texto". "La obra se ajusta perfectamente a los usos métricos del Fénix entre 1613 y 1614, lo que además coincidiría con el poder notarial de Pedro de Valdés, fechado en 1615", explicó Alejandro García Reidy ante una gráfica exhaustiva de la métrica de la función.
Pero si la forma suena a Lope, el fondo es Lope en estado puro. "La trama corresponde con las de Lope, que por aquella época se inspiraba en el 'Decamerón' de Boccacio para tramas como la de 'El perro del hortelano'. En 'Mujeres y criados' dos hermanas están enamoradas de los sirvientes del Conde Próspero, que pretende a una de ellas, mientras que la otra recibe las atenciones no deseadas de un galán al que favorece su propio padre. Ellas, sagaces y brillantes, sabrán controlar la situación para que "el amor triunfe entre los enamorados".

Lo mejor, para el final

Colorín colorado, esta historia no ha hecho más que empezar. Ayer, durante la presentación en la Biblioteca Nacional, la compañía Fundación Siglo de Oro (Rakatá) realizó una divertida y brillante lectura dramatizada de tres escenas del texto, dirigida por Ernesto Arias, y serán ellos mismos los encargados de leer la obra completa en octubre de este año y de llevarla a la escena en primavera de 2015, casi con seguridad, en el Teatro Español, que coproduce el proyecto.
Con el público puesto en pie, tanto por la representación de las escenas como por la conferencia de García Reidy, terminó la presentación a la que acudieron, entre otros, el concejal de Cultura, Pedro Corral, y la directora de la BNE, Ana Santos.
"Leyéndolo, ya ves que es de Lope de Vega el texto, pero es en la puesta en escena donde sientes que Lope está aquí, que esto es suyo, porque él lo escribió para que fuera representado", comentó a EL MUNDO un emocionado Alejandro García Reidy.
Fuente: EFE via lavanguardia.com

La payasa Pepa Plana ha sido distinguida con elPremi Nacional de Catalunya por su singularidad y su trayectoria nacional e internacional, que le ha llevado a trabajar en el célebre Cirque du Soleil.

Según el jurado del Consell Nacional de la Cultura i de les Arts (CoNCA), que ha otorgado el premio, Plana encarna a la mujer payasa y al universo de las mujeres en clave de humor femenino, en un circo a menudo del todo masculino, y poniendo de manifiesto que la risa también tiene género.

Fuentes del CoNCA han informado de que, tras conocer que se le había concedido este premio, Pepa Plana ha recordado que, cuando empezó a hacer de payasa para adultos, era algo extraño en una mujer, trabajaba sola y que, de alguna manera, se siente responsable de haber hecho visible el oficio de payasa.

También ha destacado que una payasa se diferencia de un payaso en la facilidad que tienen las mujeres para conectar con la parte más frágil de nuestras emociones, porque se les ha permitido llorar más.

Para esta payasa, el clown es un optimista nato, vive en el país del "si", todo es posible y no se desanima nunca.

Por ello, considera que si este oficio no existiera se tendría que inventar, pero que existe y ha existido en todo el mundo durante toda la historia, y en todas las culturas está la figura del payaso.

Nacida en Valls (Tarragona) en 1965, se licenció en el Institut del Teatre de Barcelona en 1989, aunque no fue hasta 1998 que dio el paso definitivo a crear su propia compañía con una clara intención de hacer teatro de payasos pensados para un público adulto.

A partir de entonces presenta sucesivamente en distintas salas y festivales los espectáculos "De Pe a Pa", "Giulietta", "Hatzàrdia", "L'Atzar" y "Penélope".

Con "Èxode" (2011), por primera vez comparte escena con dos otros reconocidos payasos, Joan Montanyès 'Monti' y Joan Valentí "Nan", para explicar la dureza de las grandes migraciones por motivos políticos y económicos.

En 2012, inicia una nueva etapa de la mano del Cirque du Soleil, con la creación del nuevo espectáculo "Amaluna" de la prestigiosa compañía quebequense.

Todo esto ha llevado a que Pepa Plana sea la payasa catalana más reconocida y que cada nuevo proyecto suyo se espere con expectación.

Fuente: Rocío García (elpais.com)
1972. Era verano en Reikiavik, pero el frío, la lluvia y el viento esperaban a los protagonistas del duelo del siglo. Piezas blancas contra negras. Estados Unidos frente a la Unión Soviética. El campeón mundial de ajedrez, el soviético Borís Spaski, defendía su reinado frente al retador Bobby Fischer. Después de mes y medio de un juego plagado de tensiones y conflictos, Spaski se rindió por teléfono y Fischer se alzó como el gran campeón de los tableros. Fue un combate en toda regla. El mismo que plantea el teatro de Juan Mayorga (Madrid, 1965), el dramaturgo, filósofo y matemático, Premio Nacional de Teatro en 2007. Un combate de palabras y silencios. El duelo de Reikiavik es retratado en el último texto escrito por Mayorga, que forma parte de la primera antológica de piezas largas, publicadas por La Uña Rota, escritas desde 1989 hasta 2014, cuando se cumplen, este mes de mayo, 20 años de la primera obra que subió a escena, Más ceniza, y 25 de la publicación de Siete hombres buenos. En total 20 piezas, tres de ellas inéditas —AngelusNovusLos yugoslavos y Reikiavik—que muestran los misterios del arte teatral, resumidos, como defiende Mayorga, en la representación de todas las posibilidades de la vida humana y de todas las posibilidades del lenguaje. “Hay textos que tienen valor porque han tenido una vida escénica rica y otros están ahí por lo contrario, porque pareciéndome a mí significativos no han tenido la misma suerte en escena”. Saliendo de nuevo al encuentro de sus textos, ha encontrado resonancias, motivos recurrentes, además de todo un examen del lenguaje, “un examen de cómo usamos las palabras y cómo somos usados por ellas”. Resumidos en algo tan grande y al mismo tiempo tan común, apunta su autor, como el de aquellos seres frágiles que aspiran a la dignidad, la belleza y la libertad y que se enfrentan a poderes enormes, interiores y exteriores que los amenazan.
Juan Mayorga puede pasar años sin volver a releer una obra suya, pero cuando lo hace se entabla de nuevo el combate. “Estoy en permanente lucha con mis textos. Buena parte de mi trabajo lo dedico a la reescritura porque, por una parte, soy muy ambicioso y, por otra, creo que tengo un talento limitado”. Lo que sí ha descubierto Mayorga es que el discurrir de la vida, el tiempo, es finalmente quien de verdad se encarga de reescribir las historias. “Sucede que el tiempo es el que te va revelando lo que es de verdad relevante e innegociable y va desechando lo superfluo, aquello que pesa y que debería ser despreciado. Hay textos que, aunque el alma está tal y como las soñé, hoy creo que son mejores que cuando los escribí”.
El domicilio de Mayorga está plagado de dibujos infantiles, de libros y de premios teatrales. Es ante todo una casa llena de palabras, como aquellas que siguen resonando en la cabeza del dramaturgo cuando de niño, mientras jugaba a las chapas en el pasillo, escuchaba a su padre leer en voz alta y que tanto le ha marcado. “Por medio de la voz de mi padre, sus hijos nos acercamos a libros que entonces apenas entendíamos, pero que sin duda se convirtieron en parte de nuestro paisaje interior. Nuestras cabezas se llenaron de imágenes, de personajes, de ideas”. Así, Mayorga escuchó los debates entre Sembrini y Naphta en el hospital suizo de tuberculosos en el que Thomas Mann ubicó La montaña mágica, o estuvo en la primera fila en el incendio que asoló Manderley, aquella inquietante mansión deRebeca.
Ha dejado de jugar a las chapas, pero las palabras siguen ahí, poderosas. “El teatro es el arte de la palabra pronunciada y, por tanto, también es el arte del silencio, porque en el teatro el silencio se escucha. El teatro puede despertar lo que yo llamo envidia de la lengua o nostalgia. El teatro puede llevarnos a la pregunta importante de ‘¿quién escribe las palabras?’, ‘¿quién es el autor del guion que cada día repetimos?’. Nostalgia que es lo que yo siento por el teatro de Lorca, de Valle-Inclán o de Calderón”.
Y siempre con el corazón puesto en Lorca, Mayorga juega con la austeridad y sobriedad como dos conceptos inherentes a su dramaturgia. No realiza acotaciones autoritarias para cerrar de algún modo el espectáculo escrito por él. Solo incluye en el texto aquello que juzga innegociable, para poder así ofrecer la mayor libertad posible y las mejores posibilidades creativas al director, al escenógrafo, también al iluminador y, por supuesto, a los actores.Cartas de amor a Stalin empieza con una única y simple anotación: “En casa de los Bulgákov. Allí donde él escribe”. Así, en las distintas representaciones de la obra, uno se ha podido encontrar a Bulgákov escribiendo en un solemne despacho de Moscú, otras en las que este autor que sobrevive como puede en el régimen stalinista escribe en el suelo o incluso otra en la que lo hace sobre su propia piel. Lo único innegociable para Mayorga es que Bulgákov hiciera el acto de escritura en el lugar donde él habita. Es un ejemplo de todos los que han ido jalonando los montajes de este dramaturgo que ha sido traducido a más de treinta idiomas y representado en los principales teatros del mundo entero.
Pero lo que queda claro, con el repaso a esta obra casi completa, es que el teatro de Mayorga se va ajustando cada vez más a la sobriedad, dejando así espacio a la imaginación del espectador. “Para mí, el teatro es imaginación y reunión. Cuando uno escribe un texto teatral tiene que ser consciente de que está ante un hecho social. El autor entrega un texto a la imaginativa soledad del espectador, pero su destino último es que ese texto sea capaz de convocar una reunión de actores y de ciudadanos”.
Respeto absoluto por el espectador pero no obediencia y, menos aún, facilidades. Siempre con la verdad por delante, sin engaños. Así lo proclama el autor de La tortuga de Darwin o la más reciente La lengua en pedazos. “Al espectador hay que hacerle cómplice de la dificultad. Si lo intentas engañar te va a pillar y se va a enfadar contigo. Por el contrario, si le haces cómplice desde el principio, el poder del teatro es inmenso. Como decía Borges ‘el teatro es el arte en el que un hombre finge ser lo que no es y otro, el espectador, finge que se lo cree’. Es un pacto de ficciones y si no consigues que el espectador te entregue su complicidad, no es nada. Para mí es fundamental la reunión e imaginación, algo que está hoy tan amenazado. Parece que cada vez hay menos razones para reunirse y menos imaginación, que es el auténtico nervio de la vida”.
Después de años de escritura en solitario —“soy feliz haciéndolo, no pertenezco al género de los agonistas que sufren ante un folio en blanco porque yo gozo imaginando”—, Mayorga decidió lanzarse a la dirección. Lo hizo con su última obra estrenada hasta la fecha, La lengua en pedazos, ese combate por el espacio y el poder de la palabra entre Teresa de Jesús y un miembro de la Inquisición, en un espacio vacío con una mesa de Ikea que hacía las veces del convento de la iglesia de San José. “Durante mucho tiempo sentí desconfianza acerca de mi capacidad como director, hasta que me topé con un material en el que sí creía que podía tener una voz original. He descubierto que el espectador es un lector y que dirigir un espectáculo no es sino escribir en el espacio y en el tiempo”. Eso no quiere decir que desde ahora solo escriba sus textos pensando en la dirección. De momento, se ha propuesto ponerse al frente de su segundo montaje con Reikiavik porque, al escribirlo, ha sentido ese impulso, le han entrado ganas de explorar en ese juego de dos personajes (Bailén y Waterloo, como las dos derrotas napoleónicas) que interpretan a los ajedrecistas Fischer y Spaski. Todo sin creer en los montajes definitivos —“estoy deseando ver el que van a realizar en Alemania con La lengua en pedazos”—, sino en distintas lecturas que vayan descubriendo sentidos a la pieza que él no ha encontrado.
Se muestra orgulloso que no satisfecho —“la satisfacción es paralizante”— por el momento teatral que se vive en nuestro país y la oferta de calidad y diferentes lenguajes en pequeños espacios, más allá de las propuestas más institucionales. “El espectador está redescubriendo el teatro como lo que es, ese espacio de reunión e imaginación, en nuevos lugares que ofrecen trabajos excelentes que no son para nada canteras de tercera división. Desgraciadamente, no existen políticas culturales responsables. El famoso IVA es un ataque no solo a las gentes que hacemos teatro, sino también a los ciudadanos. Pero que tengan muy claro que el teatro resiste y resistirá siempre”, finaliza este devoto de Walter Benjamin, al que dedicó su tesis de Filosofía.
Teatro 1989-2014. Juan Mayorga. Dibujos de Daniel Montero Galán. La Uña Rota. Madrid. 2014. 770 páginas. 25 euros.