Juan Carlos Corazza: "Actuar es repetir pero con nuevos ojos y mejor"


Fuente: Saioa Camarzana (elcultural.es)

Desde el Teatro de la Reunión, compañía teatral del director y formador de actores Juan Carlos Corazza (Córdoba, Argentina, 1959), apuestan por el encuentro y confluencia entre lo pedagógico y lo artístico. El público es partícipe de la gestación de los nuevos proyectos y los jóvenes emergentes que buscan un hueco en la interpretación escuchan los requisitos de los personajes que interpretan. El último proyecto de Corazza, Los hijos de Shakespeare, se representa a partir de este jueves en el Teatro Conde Duque con música en directo. Escenas de cuatro de las obras más importantes del bardo inglés; El Rey Lear, Hamlet, El mercader de Venecia y Romeo y Julieta, se representarán en el cuerpo de 27 actores y actrices del estudio de Corazza. 

¿De dónde surge la idea de hacer esta adaptación? 
En Conde Duque estamos ofreciendo al público, desde hace dos años, la oportunidad de que participe y se asome a la creación de los personajes durante un ensayo que ya es semimontaje. En este caso hemos tomado algunas escenas de algunas obras de Shakespeare. La propuesta, al tratarse de gente muy joven que en su mayoría se enfrenta por primera vez al público, las hemos enfocado en algunas escenas donde el tema gira en torno a la relación de los hijos con sus padres. Pero en ningún caso se abarca toda la obra, es una sucesión de escenas.

¿Qué supone abordar a uno de los autores más representados de la literatura?
Por un lado divertirse mucho porque es vital. Por otro lado es un aprendizaje para ser más compasivos con uno mismo y con la condición humana porque nos ensaña mucho y ayuda a compadecernos del ser humano. Y es siempre un desafío para no caer en la solemnidad, ni en la pomposidad, ni tampoco en lo frívolo, superficial o en un naturalismo inconsistente. Es una combinación de no caer en formas pomposas, solemnes y acartonadas pero tampoco en una cotidianeidad que no permite entender asuntos humanos tan importantes y elevados con Shakespare. Se trata de hijos y jóvenes, en la época del autor los hijos eran pertenencia de los padres y eran ellos quienes escogían con quién se casaban. Hay algo de eso que los hijos se las tienen que arreglar por sí mismos. Hay hijos de reyes y no reyes.

¿Se puede decir, entonces, que el tema principal que une a las obras y escenas escogidas en Los hijos de Shakespeare son las relaciones paternofiliales?
Sí, es la relación entre padres e hijos. De todas maneras es una creación en la que hay fragmentos de diferentes obras. Las propuestas o el hilo conductor es el espíritu de la obra del autor. Combina la inteligencia y la veracidad de la palabra con un juego escénico que se hace muy atractivo. Pero creo que de todas maneras lo que hay de trabajo es reflexionar; para los mayores cómo reflexionar y asumir los errores y la culpa que tenemos sobre lo mal que lo hemos hecho para estar como estamos. Estamos en un momento delicado. Y para los jóvenes asumir que la responsabilidad no solo es de los padres y la tenemos que llevar. Es el legado de los padres en la frase de Ibsen; "los pecados de los padres recaen sobre los hijos". También es una manera de enfrentamiento.

¿En qué se han basado para escoger esas cuatro piezas?
Por un lado es una experiencia poco habitual poder ver a 27 actores en el escenario de los cuales ninguno es figurante. Todos ellos tienen un momento en el que tienen una participación escénica de relevancia. Ha intervenido el tener en cuenta las posibilidades de cada actor y actriz pero no solo en cuanto a posibilidades de casting, si son los más adecuados o no. Es un proceso creativo, para el público se trata de tener personajes y en algunos casos el mismo personaje lo representan más de uno. Para Hamlet, por ejemplo, hay cinco actores que hacen diferentes trozos. Más que buscar el casting hemos buscado escenas que a los actores les significara un alimento para su vida personal y artística y que fueran personajes y temas que tienen actualidad. Tampoco se abarcan todos los temas. Si tuviera que hacer una de estas obras por separado, quizá, escogería otro elenco. Se trata de la creación que une una sucesión de escenas con fragmentos. Sí que es importante para mí que se trata de jóvenes en proceso de formación, pedagogía y cultura. El trabajo en equipo en este momento con la solidaridad y enriquecimiento es muy importante. Hay esperanza y está en los jóvenes que cultiven una conciencia social y artística.

Los textos y los personajes del autor son siempre complejos. ¿Cómo abordan la psicología de cada uno de ellos?
Siempre podemos estar a favor y en contra de los personajes en el transcurso de una misma escena. Podemos comprender lo que les mueve y entender una acción deplorable. Podemos cambiar el punto de vista y darnos cuenta que es atroz. En El Rey Lear están las hijas de este rey anciano que está enloqueciendo, cometen algo atroz con Lear, le abandonan en plena locura pero llegamos a comprender que este está viejo, insoportable y es difícil aguantarlo. ¡Qué dolor que ellas no puedan sentir dolor!. Pero lo entendemos así como si lo identificáramos con una conducta que trata de amarte a ti mismo y al prójimo. Estamos muy educados en 'ama al prójimo' pero no nos han ensañado a amarnos a nosotros mismos. Y ese amarte a ti mismo, a veces, pasa por reconocer la sombra de uno, es poder reconocer y amar la propia. La sombra pesa pero da más peso la vida. Y ahí, si te haces amigo de tu sombra, puedes no hacer estragos de ella. Se puede hacer algo creativo como música, escribir, pintar, escribir una canción, hacer teatro aunque no seas actor. 

Sería como aprovechar lo que a uno le pesa para hacer algo positivo.
Con esa rabia que tienes guardada es mejor hacer algo creativo y no pagarla con el primer taxista que pilles. El arte ofrece la posibilidad de hacer mejor a la gente. Si estuviera más cuidada y apoyada en la educación algunos problemas tendrían solución. El arte no para formar profesionales de arte, no para hacer currículo en la universidad o en las escuelas. El arte para cuidar la humanidad, la sensibilidad, la vida emocional, como un apoyo para el desarrollo a través de la música, el teatro, el cine, la escritura, el baile. Por otro lado porque las artes hacen el espíritu más libre y conecta con el placer. Y el placer se aprende por sí solo aunque a veces lo confundimos con otra cosa. Aprender a disfrutar te enseña el arte porque tiene que ver con el gozo de la belleza, la armonía a través de una obra de arte. Y no solo para nuevos públicos, que es también importante y fundamental.

Comentaba que se trata de un proyecto basado en la pedagogía y la cultura. También hay compromiso artístico, humano y social con investigación pedagógica. ¿Cómo es esta labor?
Nace en el estudio y podemos desarrollarlo para el público gracias al apoyo de Conde Duque. Es interesante saber que es de los únicos centros de España que está apostando y apoyando la permanencia de algunas compañías para que desarrollen un lenguaje artístico. Solo con la permanencia puedes desarrollar un proyecto artístico y cultural. Pero hay que tener cuidado con plantar muchas plantas porque puede que no se desarrolle ninguna. Ahora proliferan las propuestas pero también es peligroso.

Hoy en día también hay miedo a arriesgar.
El riesgo no es cuestión de hacer más sino de ahondar. Es una época donde los jóvenes pueden ser seducidos por lo light, la cultura light. La tentación y la confusión de caer en la forma antes que en el contenido está siendo peligroso.

¿Es en eso en lo que el estudio Corazza quiere hacer hincapié?
Potenciamos jóvenes, pedagogía y arte. En nuestras producciones tratamos que haya un encuentro entro lo pedagógico y lo artístico. El público ve el proceso creativo en movimiento. Puede ver a los directores durante la representación y proponer a un actor que cambie la escena o invitar a un actor a salir de ella. Es un ensayo o cocina en la que se están creando los personajes y la puesta en escena. El público lo agradece, lo mira con interés porque quienes no son profesionales del teatro no se imaginan que haya todo este proceso y trabajo detrás de lo que ellos ven.

Y, ¿acuden también profesionales?
A los profesionales les resulta un aprendizaje. Para muchos son sus primeros pasos pero a veces viene un profesional y así revisan o recuerdan aspectos de su trabajo y aunque el de enfrente se topa con dificultades, el actor o actriz recuerda la importancia de no olvidarse de aquel momento en el que el joven empieza a luchar. Actuar es volver a repetir pero hacerlo cada vez nuevos ojos o de mejor manera, con ojos frescos. 

Por último, ¿nos puede adelantar algo de la puesta en escena de Los hijos de Shakespeare?
Los actores tocan instrumentos, cantan y está a la vista. Es habitual en la mayoría de mis puestas en escena. El propio elenco desarrolla la música en vivo. También en este lenguaje están todos presentes en el escenario en todo momento. No van al camerino nunca. El protagonismo es eso que surge en la reunión de público, autor y actor. El protagonista es el encuentro y ellos son los anfitriones porque hay actores talentosos y con menos talento al igual que hay públicos más talentosos y menos, que pillan las cosas, que son más profundos o menos, más emotivos, más reflexivos. Con ellos se origina una corriente y ese azar se contagia creando una atmósfera distinta cada vez.

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