LA TORTUGA DE CALIFÒRNIA


DRAMATURGIA: DANIELA FEIXAS
DIRECCIÓN: LURDES BARBA
INTÉRPRETES: ANNA GÜELL, DANIELA FEIXAS, JOSEP JULIEN y CLARA DE RAMON
DURACIÓN: 60min
PRODUCCIÓN: GREC 2015 FESTIVAL DE BARCELONA y LA SECA ESPAI BROSSA
LA SECA

Nos sumergimos en una celebración familiar. El cumpleaños de Emma (Clara de Ramon) es la excusa para que una familia de los años 80 se vuelva a reunir después de unos cuantos años sin verse. De entrada la tensión entre madre e hijo se palpa, hay muchos secretos que luchan entre sí por salir o no a la luz. Reproches, discusiones, cosas de familia y entre medias una historia dormida, la que lleva a la locura a Àngela (Daniela Feixas) sumida en un pozo y que nos despierta del letargo gracias a una puesta en escena que rompe el ritmo de la dramaturgia y nos invita a soñar, un sueño o una pesadilla.

La escenografía acompaña a la oscuridad que despierta el texto, aterrizamos en un salón-comedor con muebles de madera cobriza y paredes en las que se aprecia el paso del tiempo. La tradición, las formas, el qué dirán, en un barrio de "buena gente" en el que poco a poco se van asentando personas extranjeras que despiertan el odio y las desconfianza justificada o no de los habitantes autóctonos, que se sienten cada vez más arrinconados de su lugar natural. Metáfora perfectamente hilada con el que sufren las tortugas autóctonas en riesgo de extinción tras la aparición de las tortugas de California, trabajo que desarrolla Emma.

Si bien es cierto que la metáfora de las tortugas encaja como anillo al dedo con el resto de la dramaturgia, la razón de la locura de Àngela queda como un pegote. Su justificación dentro de la historia general no está bien explicada, se queda demasiado en el titular, hubiera necesitado de una explicación más amplia, bien a través de texto, bien desde otro ángulo, porque al final resulta más bien una anécdota que en lugar de dar dinamismo al texto, estuviera al servicio de alargarlo para llegar a los 60 minutos de duración.

En la parte interpretativa me quedo con la luminosidad que otorga Clara de Ramon al personaje de Emma. No es un descubrimiento que papel detrás de papel toma las riendas del escenario para hacérselo suyo y se ha convertido en una figura indispensable de la hornada de jóvenes actores. No hay papel pequeño y la presencia de la Daniela Freixas lo corrobora. A pesar que en ciertos momentos su propia dramaturgia no acabe de cuajar, su presencia en el montaje aporta un aire fresco en medio de tanta xafogor. Anna Güell por el contrario añade leña al fuego de la oscuridad y su personaje se vuelve gris, con ciertos toques de histrionismo que sobran, en un papel que necesita más vida y naturalidad.

La tortuga de Califòrnia mantiene un discurso un tanto obsoleto y aunque hayan pasado unos años, desde los 80, aún se mantiene eso de primeros los de casa, que se repite en el texto. Reflexión al servicio de la actualidad y una cierta falta de valentía de escribir 2015 en vez de 1980. La realidad no ha cambiado tanto, sigue habiendo muchos fantasmas en las casas propias y ajenas. Reflexionemos.

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