P.A.U. Paisatges als ulls


dramaturgia y dirección CAROLINA LLACHER
intérpretes DABO MALANG, MALAMINE SOLY, YACINE DIOP y ARIADNA de VILAR
duración 60 min
fotografia ADRIÀ LOSA
coproducción EÒLIA i+D y LA FAM DE LA FERA
TEATRE EÒLIA

Siempre digo que no se escoge dónde se nace sino dónde se quiere vivir. Y aunque para mí tenga un significado muy occidental, desde la semana pasada tiene un tono diferente. Últimamente, me dejo caer poco por las salas, pero algo dentro me llevó a aceptar este encargo, moderar una postfunción, para la que de entrada me sentía poco o nada preparada.  ¿Qué sabía yo de las miles de historias que arroja el Mediterráneo?

Las historias de Dabo y Soly son las que han llenado titulares, y cuentan como cifras pero nunca se explica el backstage. Nadie te explica de dónde nace esa idea de que Europa es la tierra prometida y todo va a ser fácil nada más poner un pie en ella. Muchos lo intentan y se quedan por el camino, otros más afortunados logran ganar al mar y tocar tierra. Lo que a ojos de cualquier occidental blanco y de clase media le resultaría imposible, ellos tiran de humor y aunque tengas el corazón en un puño acabas riéndote y destensando el momento.



La historia de Yacine no va de pateras sino de reagrupación familiar, otro hueso duro de roer, donde la paciencia de los que están a ambos lados del Mediterráneo se tensa durante años. No por ello su historia es menos cruel que la de sus compañeros, ya que todos comparten un mismo color de piel, que todavía a día de hoy causa inexplicablemente recelos.

La puesta de Laura Sanz en escena obedece al dicho de menos es más, y es que tampoco hace falta un despliegue más grande porque la fuerza reside en los hechos, en las palabras, en las voces de los tres protagonistas que hoy siguen luchando por conseguir sus sueños. Gracias a esa voz y a la música y espacio sonoro de Josep Maria Barrufet consiguen que te pongas durante unos minutos en su piel, de una manera que quizás guarde algo de mentira, pero que será lo más cerca que te puedas sentir de sus historias. La sutil iluminación de Anna Espunya nos hace viajar entre historias, un luz cálida que contrasta con sus feroces historias vitales.



Carolina Llacher entreteje sabiamente y con buen ritmo las historias, en un viaje de ida y vuelta a África, a Senegal, desde donde la Europa de los sueños, es aquel continente donde todo es posible, su maldito "sueño americano", pero el despertar es tan brusco como el que se creyeron los que la construyeron. Hoy más que nunca los ojos están abiertos y delante nuestro un paisaje desolador, un nuevo genocidio por el que Europa no responde. Un mar de cifras, un mar de desapariciones. Un mar que todo lo une y todo lo separa. 

Esta vez el telón cayó al inicio del espectáculo y salimos de la sala emocionados, agradecidos y con el mar resbalándose aún por nuestras mejillas. P.A.U Paisatges als ulls tendría que estar toda la temporada en cartel y rodar y girar mucho, para que no seamos los de siempre, los afortunados, los agradecidos.

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